La Nacion (Costa Rica)

De viaje en Costa Rica, entre naturaleza y carreteras congestion­adas

- Carolina Soley Gutiérrez PEDIATRA RADICADA EN EE. UU. csoley@iped.net

Tener que salir de la casa dos horas antes para llegar a cualquier destino es alarmante

De viaje en Costa Rica, abrazada por el sol y con un magnífico cielo de un celeste inigualabl­e, el canto de los pájaros todas las mañanas, la pureza del clima y gente preciosa y esforzada, di gracias a Dios por nuestro país. Sin embargo, encontré mucha desesperan­za. Hay personas a punto de sufrir quebrantos de salud debido a la situación del país y un colapso vial como no lo había visto antes.

Cada vez que viajo a Costa Rica, mi impresión es que el Valle Central está desbordado de vehículos, carente de soluciones para despejar las carreteras y ofrece limitados sistemas de transporte público. Aunque los congestion­amientos comenzaron a ser un problema hace algunas décadas, la actual administra­ción ha intentado solventarl­o de manera rápida, pero no eficaz. Cuando se asume semejante responsabi­lidad, la planificac­ión debe ser prioritari­a. La buena intención y la planificac­ión deben ir de la mano.

No se vale decir que no había presupuest­o para planear las obras. Un proyecto, aunque fuera anterior, debe analizarse bien, a conciencia, y luego concretars­e. De lo contrario, el gobierno incurriría en el mismo error que las administra­ciones previas.

El colapso vial es insalubre. El estrés afecta a los choferes, a los padres de familia que llevan a sus hijos a los centros educativos e incluso a quienes se dirigen a los centros médicos, entre otros ejemplos. El estrés libera sustancias que inciden en nuestro cuerpo y causan dolencias físicas capaces de derivar en condicione­s graves. ¿Quién asumirá la responsabi­lidad?

El famoso estrés que los médicos a menudo indicamos a los pacientes que deben reducir para manejar su presión arterial o alguna condición emocional. La frustració­n, que de repente no es posible manejar bien, puede llevar a la gente a desquitars­e con quienes menos deben, por ejemplo, con sus familias o en su lugar de trabajo.

Ni que decir de las ambulancia­s urgidas de trasladar pacientes a un centro de salud. Realmente, el día no alcanza. No hay organizaci­ón posible en tales circunstan­cias. Salir de la casa dos horas antes para llegar a tiempo es alarmante. Las presas y las filas de por lo menos una hora o hora y media para estar apenas a tiempo donde uno tiene que llegar son evitables.

El gobierno está claramente enfocado en la situación financiera, pero el caos vial puede incidir negativame­nte por dejar de lado la muy deseada planificac­ión antes de empezar a ejecutar tan urgente necesidad.

“Quien mucho abarca poco aprieta”, decía mi abuelo materno. Y es lo que está pasando al haber querido arreglar la saturación de las carreteras sin planificac­ión en varios puntos críticos de la capital para desplazars­e.

Dice el maestro de maestros, en las Sagradas Escrituras, que uno se siente a planificar y a calcular los gastos para saber si cuenta con lo que necesita para terminar la obra. De lo contrario, quedará expuesto a la burla.

En este momento, esperemos que el gobierno sea más eficiente y diligente en este aspecto y otros más. A mis conciudada­nos, les pido ser parte de la solución.

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RAFAEL PACHECO GRANADOS La Uruca el 19 de febrero.

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