De viaje en Costa Rica, entre naturaleza y carreteras congestionadas
Tener que salir de la casa dos horas antes para llegar a cualquier destino es alarmante
De viaje en Costa Rica, abrazada por el sol y con un magnífico cielo de un celeste inigualable, el canto de los pájaros todas las mañanas, la pureza del clima y gente preciosa y esforzada, di gracias a Dios por nuestro país. Sin embargo, encontré mucha desesperanza. Hay personas a punto de sufrir quebrantos de salud debido a la situación del país y un colapso vial como no lo había visto antes.
Cada vez que viajo a Costa Rica, mi impresión es que el Valle Central está desbordado de vehículos, carente de soluciones para despejar las carreteras y ofrece limitados sistemas de transporte público. Aunque los congestionamientos comenzaron a ser un problema hace algunas décadas, la actual administración ha intentado solventarlo de manera rápida, pero no eficaz. Cuando se asume semejante responsabilidad, la planificación debe ser prioritaria. La buena intención y la planificación deben ir de la mano.
No se vale decir que no había presupuesto para planear las obras. Un proyecto, aunque fuera anterior, debe analizarse bien, a conciencia, y luego concretarse. De lo contrario, el gobierno incurriría en el mismo error que las administraciones previas.
El colapso vial es insalubre. El estrés afecta a los choferes, a los padres de familia que llevan a sus hijos a los centros educativos e incluso a quienes se dirigen a los centros médicos, entre otros ejemplos. El estrés libera sustancias que inciden en nuestro cuerpo y causan dolencias físicas capaces de derivar en condiciones graves. ¿Quién asumirá la responsabilidad?
El famoso estrés que los médicos a menudo indicamos a los pacientes que deben reducir para manejar su presión arterial o alguna condición emocional. La frustración, que de repente no es posible manejar bien, puede llevar a la gente a desquitarse con quienes menos deben, por ejemplo, con sus familias o en su lugar de trabajo.
Ni que decir de las ambulancias urgidas de trasladar pacientes a un centro de salud. Realmente, el día no alcanza. No hay organización posible en tales circunstancias. Salir de la casa dos horas antes para llegar a tiempo es alarmante. Las presas y las filas de por lo menos una hora o hora y media para estar apenas a tiempo donde uno tiene que llegar son evitables.
El gobierno está claramente enfocado en la situación financiera, pero el caos vial puede incidir negativamente por dejar de lado la muy deseada planificación antes de empezar a ejecutar tan urgente necesidad.
“Quien mucho abarca poco aprieta”, decía mi abuelo materno. Y es lo que está pasando al haber querido arreglar la saturación de las carreteras sin planificación en varios puntos críticos de la capital para desplazarse.
Dice el maestro de maestros, en las Sagradas Escrituras, que uno se siente a planificar y a calcular los gastos para saber si cuenta con lo que necesita para terminar la obra. De lo contrario, quedará expuesto a la burla.
En este momento, esperemos que el gobierno sea más eficiente y diligente en este aspecto y otros más. A mis conciudadanos, les pido ser parte de la solución.