Productores usan la IA para buscar café limpio y orgánico
La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una aliada de la producción cafetalera en la zona de Los Santos, para obtener un proceso más limpio y orgánico. Este es el resultado del trabajo conjunto entre el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie) y el Centro Avanzado de Investigación Aplicada (CAIA), y los productores de CoopeDota.
La iniciativa se denomina “Proyecto One” y tiene tres etapas, en cada una de las cuales se utilizan aplicaciones de la IA. La primera se relaciona con el uso de un fertilizante orgánico; la segunda se denomina “árboles de vida” y tiene por objetivo limpiar el aire generado por las máquinas y los transportes usados en el cultivo, cosecha y producción.
Finalmente, el proceso clean oil (aceite limpio) pretende que los gases producidos por los combustibles de los vehículos utilizados en el trabajo de campo se transformen en productos agrícolas que no sean tóxicos.
Muhamad Ibrahim, director general del Catie, recordó que la institución tiene más de 100 años de trabajar en la producción sostenible de café y en la promoción de sistemas agroforestales que mejoren el suelo y cuido del ambiente.
La idea se gestó cuando la industria del café se enfrentó al problema del manejo de residuos, difícil por los olores que produce, la contaminación y la generación de moscas, detalló Christian Chinchilla, gerente de CoopeDota.
En los últimos cinco años, esta y otras organizaciones de caficultores han buscado reducir el impacto de los residuos, así como atender las nuevas exigencias de la Unión Europea (UE) para el café que reciben, como provenir de fincas libres de deforestación y con producción sostenible.
Medidas de este tipo pueden impactar no solo en el café, sino también en otros cultivos, como advirtió Luis Diego Jiménez Alvarado, jefe del Banco de Semillas del Catie.
El fertilizante orgánico se elabora a base de las mieles generadas por los granos de café. Se trata de un producto que va a mejorar la condición del suelo y de la planta, al tiempo que devuelve a la tierra esa misma genética del café, explicó Chinchilla.
Jiménez fue más allá. Según dijo, en el proceso de lavado del grano se generan aguas residuales, que se procesan y se transforman junto con broza de café, fósforo y pescado para dar un fertilizante orgánico. La producción puede obtenerse en 48 horas.
Los trabajadores darán seguimiento a cómo funciona el fertilizante y sus resultados, esto se irá documentando. Los datos serán utilizados como insumo de aplicaciones que, a través de IA, mostrarán la evolución de la salud de las tierras y de los cafetos. La información servirá para recomendar qué productos aplicar y en cuánta cantidad.
Aire más limpio.
Tener una producción con aire más limpio es otro de los desafíos. Para ello, se utilizan mecanismos llamados “árboles de vida”, explicó Jiménez. Estos capturan el aire contaminado por gases, metales y elementos biológicos; con campos magnéticos y dos plantas acuáticas, se descompone el contaminante del aire, se capturan los elementos pesados y se emite aire puro. Esto recoge los gases de efecto invernadero y se limpia el aire.
Estos árboles de vida se ubican en las cercanías de los hornos donde se tuesta el café. Esto también lleva los controles a través de programas de inteligencia artificial que adaptan la producción, según el nivel de contaminación del aire entrante.
La última etapa consiste en transformar los combustibles en aceites que puedan reutilizarse. CoopeDota cuenta con un vehículo “chapulín” que transporta a los grupos de turistas que llegan a ver la producción cafetalera.
Jiménez explicó que este proceso usa inteligencia artificial para determinar la cantidad y calidad de los gases emitidos. Esta información estadística alimentará aplicaciones de IA, que, con base en el análisis de datos sobre los componentes de los gases, permitirán transformarlos en un producto agrícola no tóxico y brindarán “una solución innovadora para reducir las emisiones de efecto invernadero”.