Balacera frente a escuela
Los momentos de terror vividos en la Escuela Silvestre Grant, en El Cairo de Siquirres, durante una balacera enfrente de la institución, deben llamarnos a una profunda reflexión, pero sobre todo a la acción.
El lunes, a eso de la 1:30 p. m., una niña fue testigo de cómo dos hombres acribillaban a su padrastro. En la refriega, tres niños y dos mujeres resultaron heridos.
Todo ocurrió a la salida de clases, a una hora en que el funesto ataque de estos facinerosos pudo haberse convertido en una masacre debido a la numerosa presencia de alumnos, padres de familia y personal docente.
Lo más preocupante es que lo ocurrido en Siquirres no es un hecho aislado. En los últimos diez meses, se han registrado balaceras en las inmediaciones de cuatro centros educativos, y la posibilidad de nuevos incidentes está latente.
Estos casos, sumados a muchos otros hechos violentos, evidencian que los delincuentes ya no tienen ningún reparo para cometer sus fechorías a plena luz del día, en sitios concurridos e incluso cerca de delegaciones policiales, como en El Cairo.
Resulta notorio que los inhibidores del hampa se han desconectado debido a la falta de contención oportuna de las autoridades a la cada vez más sangrienta disputa entre organizaciones criminales.
El incidente en Siquirres también confirma la enorme vulnerabilidad en que se encuentran muchos centros educativos. El guarda o el conserje que vigila la entrada ya no es garantía de seguridad frente al embate de la criminalidad.
Sin duda, la coordinación entre la Policía y los encargados de escuelas y colegios es fundamental para definir acciones preventivas, pero también es clave para afinar los protocolos de respuesta inmediata y la atención poscrisis.
Tras un evento de esta naturaleza, la Fuerza Pública suele enviar oficiales para que vigilen durante algunas semanas. No obstante, conforme todo vuelve a la “normalidad”, las medidas se van flexibilizando hasta regresar al punto inicial.
Sin embargo, el temor seguirá yendo diariamente a clases, a menos que se tomen medidas robustas y permanentes para atacar las causas de la violencia y garantizar que las aulas sean recintos para aprender y no para esconderse debajo del pupitre durante una balacera.