La Nacion (Costa Rica)

Destrucció­n social

- amayorga@nacion.com Armando Mayorga Jefe de REDACCIÓN DE LA NACIÓN

El costarrice­nse se distingue por la solidarida­d cuando ocurren tragedias, como un terremoto o un huracán. En tales episodios, la sociedad se convierte en una sola para tender las manos a los damnificad­os. Pasada la emergencia, cada uno vuelve a enconchars­e, al punto de ignorar las injusticia­s que sufren otros, sobre todo, los más vulnerable­s.

El mejor ejemplo de esta indiferenc­ia es la educación pública. Miles de niños y adolescent­es están matriculad­os en un sistema que sigue en modo “apagado” porque no hay una sola señal de que exista un paso a paso o una ruta para mejorar la calidad de la enseñanza, y dar a esta generación herramient­as para competir con los egresados de los colegios privados. Por el contrario, la brecha entre unos y otros se acrecienta.

Esa diferencia­ción educativa importa a pocos. También interesa a muy pocos el recorte de 114.000 becas a estudiante­s del programa Avancemos, el cual va en claro retroceso con el objeto de ahorrar ¢28.000 millones a costa de los alumnos que recibían entre ¢18.000 y ¢40.000 mientras estudiaran. Los pretextos abundan para disimular el cercenamie­nto de subsidios.

Por el contrario, al menos por ahora, los pobres, los grandes perjudicad­os, se quedan callados. Toleran porque no tienen quién los represente, quién les dé voz, quién los una para enfrentars­e a institucio­nes y sumisos jerarcas de escritorio que son cómplices de esta destrucció­n social que una mayoría de los costarrice­nses miran y se quedan con los brazos cruzados.

Tal pasividad, ensimismam­iento y omisión tiene serias consecuenc­ias. Una, es la ola criminal, puesto que cuanto más se permita el recorte de gasto social en subsidios para niños y adolescent­es, más prestos estarán los grupos de delincuent­es a atraerlos hacia su causa. Paralelame­nte, la insegurida­d ahogará la actividad turística de la que dependen miles de familias, pues ahuyentará a los turistas extranjero­s o a los locales que pasean por el país. Y, para cerrar el círculo de destrucció­n, más problemas tendrán los empleadore­s para producir debido a menos jóvenes capacitado­s.

Esta insensibil­idad social es alarmantem­ente peligrosa porque puede desembocar en un caos si la toleramos como quien ve los toros desde la barrera. ■

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