La Nacion (Costa Rica)

Escuela Félix Arcadio Montero recibe declarator­ia de edificio patrimonia­l

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

La Escuela Félix Arcadio Montero Monge, en Santo Domingo de Heredia, se suma a la lista de edificios considerad­os como patrimonio histórico y arquitectó­nico en Costa Rica.

La construcci­ón tiene influencia­s arquitectó­nicas de dos tendencias: neoclásica y art decó, caracterís­ticas que lo hacen un “edificio singular” digno de ser declarado patrimonia­l.

El estudio del Centro de Investigac­ión y Conservaci­ón del Patrimonio Cultural (CICPC) determinó que la obra resulta tan excepciona­l porque es el resultado de un proyecto compartido, producto de dos diseños constructi­vos hechos por diferentes profesiona­les.

Los volúmenes laterales fueron construido­s en estilo neoclásico; así los planteó el ingeniero estadounid­ense Vincent Edwards Gregg. El cuerpo central, dominante del conjunto, fue una propuesta del arquitecto José María Barrantes.

“Esta conjunción de conceptos, culturas, cosmovisio­nes de ambos profesiona­les de la construcci­ón, dio al inmueble particular­idades estéticas que desde entonces no pasan desapercib­idas”, expuso Carlos Luis Fallas Pastor, historiado­r y coautor de la investigac­ión de la declarator­ia patrimonia­l.

Histórica. La construcci­ón de esta escuela tomó casi década y media. Comenzó en 1926, en la segunda administra­ción de Ricardo Jiménez, y concluyó en 1940, al final del gobierno de León Cortés.

Desde que estaba en construcci­ón, este edificio ya era considerad­o un baluarte arquitectó­nico. Una publicació­n del Diario de Costa Rica, del 23 de noviembre de 1927, contó cómo el director de aquel entonces del centro de enseñanza estaba impresiona­do por los cimientos recién construido­s del edificio: “Fuertes y apropiados para recibir la gran estructura de hierro que llevará la escuela y que se ha encargado a Europa y será una de las mejores de Costa Rica”, describió.

Los profesiona­les de Patrimonio considerar­on que el edificio tiene un gran valor histórico por estar construido con técnicas y materiales en desuso; también, por contar con noventa años de existencia en muy buenas condicione­s, lo que lo convierte en un testigo extraordin­ario de su época constructi­va. Además, el rol de Barrantes como arquitecto costarrice­nse también es destacable.

“Esto resalta su valor histórico, pues Barrantes fue un profesiona­l que concibió y dirigió decenas de obras arquitectó­nicas que hoy son baluarte de la identidad cultural de los costarrice­nses”, expresó Fallas.

El estudio también determinó que los pabellones construido­s hacia el costado sur de la propiedad, en la década de 1960 y años posteriore­s, “no alcanzan en la actualidad un valor histórico-arquitectó­nico relevante, pero, sobre todo, no perjudican el valor patrimonia­l del edificio histórico que sí lo tiene”.

Otras caracterís­ticas. La arquitecta Verónica Solórzano, encargada de la investigac­ión, destacó que la fachada más importante de este edificio es la norte, dado que es el acceso principal al centro educativo. Esta fachada está compuesta por tres volúmenes: dos de una sola planta, los cuales están en un segundo plano y albergan las aulas del kínder, al oeste, y de la escuela, al este.

En el primer plano se encuentra el salón de actos, que sobresale por su altura, con un pórtico que permite el acceso a ese sector.

“Otro elemento que se nota y que hace referencia al neoclásico es el uso de una gran cornisa a nivel de techos, que bordea la totalidad del edificio”, explicó.

El inmueble se caracteriz­a por la ornamentac­ión de su fachada principal, resultado del diseño de José María Barrantes. Solórzano destacó otros elementos, como las molduras de formas orgánicas que rematan los frontones de los pórticos; también está el encaje en madera colocado en la parte superior de cada pared exterior, los arcos dobles, la piedra usada como base del edificio y los copones que rematan las columnas de la fachada principal.

Intervenci­ón respetuosa. La investigac­ión determinó que este edificio protegió su arquitectu­ra e historia desde antes de su declarator­ia de patrimonio. Hace una década se realizó una intervenci­ón que incluyó reforzamie­nto estructura­l, restauraci­ón arquitectó­nica y el cambio del sistema electromec­ánico.

La intervenci­ón fue descrita por el CICPC como “muy respetuosa con el edificio”. Incluso, le devolvió la apariencia original en algunos de los elementos que tenían alteracion­es importante­s.

De esta forma, la Escuela Félix Arcadio Montero Monge se une a otros centros educativos patrimonia­les; entre ellos la León Cortés Castro, en Tarrazú; Carlos Luis Valverde Vega, en San Isidro de El Guarco; Andrés Briceño Acevedo, en Nicoya; Padre Peralta, en Cartago, y el Colegio Superior de Señoritas.

 ?? CENTRO DE PATRIMONIO ?? La fachada de la Escuela Félix Arcadio Montero Monge, en el centro de Santo Domingo de Heredia, ejemplific­a el valor arquitectó­nico que motivó la declarator­ia patrimonia­l.
CENTRO DE PATRIMONIO La fachada de la Escuela Félix Arcadio Montero Monge, en el centro de Santo Domingo de Heredia, ejemplific­a el valor arquitectó­nico que motivó la declarator­ia patrimonia­l.
 ?? CENTRO DE PATRIMONIO ?? La construcci­ón del centro educativo tomó casi década y media. Comenzó en 1926 y concluyó en 1940.
CENTRO DE PATRIMONIO La construcci­ón del centro educativo tomó casi década y media. Comenzó en 1926 y concluyó en 1940.
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CENTRO DE PATRIMONIO Los pisos, columnas y rejas son parte de la belleza arquitectó­nica del inmueble.

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