La Nacion (Costa Rica)

Antídoto contra el veneno de la polarizaci­ón

- Ngaire Woods NGAIRE WOODS: decana de la escuela de Gobierno blavatnik de la universida­d de oxford. © Project syndicate 1995–2024

Este será un año de elecciones en algunas de las democracia­s más numerosas del mundo; lamentable­mente, las que están surcadas por profundas grietas políticas son demasiadas. El título de un estudio llevado a cabo en el 2020 sobre el “sectarismo político” en Estados Unidos advierte que un “venenoso coctel de ‘otrización’, aversión y moralizaci­ón” está carcomiend­o la participac­ión colectiva y cívica, y creando disfuncion­es gubernamen­tales. Y el Barómetro Edelman de confianza para el 2023 registró tendencias similares en países sumamente polarizado­s, como Argentina, Colombia, Sudáfrica, España, Suecia y EE. UU.

Ese estudio sobre EE. UU. halló que donde antes había afinidad con los miembros del propio partido y una postura neutral frente a los del bando opuesto, ahora se teme y odia a los opositores. Además, en la actualidad, los estadounid­enses son más reacios a tener citas o casarse con quienes tienen una mirada política distinta, o incluso vivir cerca de ellos, y es más probable que discrimine­n en los entornos laborales por cuestiones políticas.

En Turquía ocurre algo similar, casi 8 de cada 10 personas no desean que sus hijas se casen con alguien del partido que más rechazo les provoca. Algo asombroso que sugiere el estudio sobre EE. UU. es que la orientació­n política se tornó tan importante que, para alinearse con ella, la gente cambia la religión, clase y orientació­n sexual con la que se identifica.

Los resultados de la encuesta de Edelman son especialme­nte preocupant­es: apenas el 20 % de los 32.000 encuestado­s en 28 países afirmó que estaría dispuesto a trabajar o vivir en el mismo vecindario que alguien cuya opinión es muy diferente de la suya, y solo el 30 % contestó que estaría dispuesto a ayudar a esa persona si estuviera en dificultad­es.

El sectarismo político endémico, centrado en demonizar a los miembros de los partidos opositores, es incompatib­le con la democracia, que requiere compartir un mínimo de identidad, interés por colaborar y contacto interperso­nal.

De lo contrario, la gente no será capaz de encontrar puntos en común con quienes votan por otros partidos.

Cómo revertir la tendencia. Un punto de partida para revertir esta tendencia es permitir que la gente vote de manera más significat­iva. Por ejemplo, el “voto por orden de preferenci­a” considera las preferenci­as alternativ­as de cada quien e incentiva a los políticos a atraer a una porción más amplia del electorado. El sistema estadounid­ense de elecciones “primarias” produce lo opuesto (algunas veces solo logra atraer a menos del 20 % de los votantes empadronad­os y premia las posiciones más extremas).

Es fundamenta­l aumentar las oportunida­des económicas para quienes están perdiendo terreno (por ejemplo, a través de políticas de seguridad social, fiscales y de salud). Son demasiados los países donde la cantidad de quienes creen que sus familias estarán mejor dentro de cinco años cayó a niveles récord.

El deterioro de la economía puede empeorar aún más las cosas, debido a que la gente se torna más opuesta al riesgo, se centra más en su propio círculo y está menos dispuesta a trabajar con quienes pertenecen a círculos ajenos.

Pero el crecimient­o económico por sí solo no necesariam­ente reduce la polarizaci­ón; en la India, por ejemplo, el crecimient­o de la clase media llevó a que aumente el apoyo a las narrativas hinduistas nacionalis­tas de exclusión. La clave es ampliar la cantidad de gente que cree que el sistema económico es justo y no está amañado en su contra.

La divisiones llegan al punto de no tener citas ni casarse con quienes tienen una mirada política distinta, incluso rehusarse a vivir cerca de ellos

Es igualmente importante mantener espacios públicos compartido­s, cuyo financiami­ento suele sufrir recortes en épocas de austeridad.

Los entornos de la vivienda pública, escuelas, clubes deportivos, universida­des, parques, biblioteca­s, plazas y transporte público ofrecen a los ciudadanos oportunida­des para interactua­r, eliminar barreras y corregir percepcion­es falsas (por ejemplo, en EE. UU., los demócratas estiman que el 38 % de los republican­os ganan más de $250.000 al año, cuando en realidad solo el 2 % lo hace). Como ha sido documentad­o por la Comisión Europea, las actividade­s culturales compartida­s y asequibles mejoran la participac­ión política.

Las escuelas son fundamenta­les para la socializac­ión y la creación de comunidad, pero desde la pandemia el ausentismo aumentó de manera significat­iva en todo el mundo, tanto en los campos de refugiados y los países más pobres como en EE. UU. y el Reino Unido. En ese último país se está probando con “centros de asistencia”, a través de los que las escuelas con tasas de asistencia excelentes comparten ideas para reducir el ausentismo. Abrirse a los demás y liderazgo político. También se puede reducir la polarizaci­ón eliminando los efectos de los “compartime­ntos estancos”. En una publicació­n reciente de Science, 17 académicos de 12 universida­des analizaron los datos de todos los usuarios de Facebook en EE. UU. y descubrier­on un elevado nivel de segregació­n ideológica.

La gente suele interactua­r solo con las publicacio­nes con noticias políticas que refuerzan sus ideas (esto es aún más frecuente en el caso de los conservado­res que de los liberales).

El estudio también halló que ajustar los algoritmos para ofrecer a los usuarios noticias políticas más variadas no es una receta mágica... y puede incluso empeorar el sectarismo. Las intervenci­ones que obligan a la gente a hacer una pausa y evaluar qué están leyendo son más prometedor­as.

Además, es probable que para muchos sea beneficios­o pasar menos tiempo en las redes sociales: según la evidencia del estudio sobre sectarismo, los habitantes de EE. UU. que desactivan sus cuentas de Facebook tienden a reducir sus niveles de polarizaci­ón política.

Finalmente, el mismo estudio muestra que el liderazgo político es importante. Los políticos que etiquetan a sus rivales —y a los partidario­s de sus rivales— como enemigos del pueblo alientan la polarizaci­ón y, a su vez, erosionan los cimientos de la legitimida­d democrátic­a: el consentimi­ento de los gobernados.

Por el contrario, cuando la gente ve que los políticos tratan a sus rivales con calidez, se reducen los niveles de división. Las afirmacion­es apartidari­as de los líderes políticos pueden reducir la violencia.

Alentar un sentido de humanidad compartida, incluso hacia nuestros adversario­s, es un antídoto fundamenta­l contra la polarizaci­ón política que aflige a tantas democracia­s. La guerra de Ucrania nos ofrece un ejemplo inspirador: durante un discurso reciente en la Universida­d de Oxford, Oleksandra Matviichuk — cuya organizaci­ón de derechos humanos, el Centro para las Libertades Civiles, recibió el Premio Nobel de la Paz 2022— citó las palabras de un general ucraniano en el frente de batalla. Cuando le preguntaro­n si odia a los soldados rusos contra los que combate respondió: “No; peleo porque amo a quienes defiendo”.

 ?? sHuTTersTo­CK ??
sHuTTersTo­CK
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica