La Nacion (Costa Rica)

Efecto bumerán

- Eduardo Ulibarri PERIODISTA Y ANALISTA radarcosta­rica@gmail.com

C uando hace dos años Vladímir Putin invadió Ucrania, esgrimió como uno de sus móviles frenar la expansión de la OTAN a ese país. Ni por asomo estaba en los planes de la Alianza, pero lo utilizó para justificar, como reacción, una agresión que respondía, simple y llanamente, a una decisión: dominio territoria­l.

Algunas gentes y gobiernos compraron el argumento, por cálculos e intereses geopolític­os, o por una actitud refleja de ciertas élites en el “sur global”: la culpa de nuestros males es de otros, no de distorsion­es o iniciativa­s propias. Pero dos países, plenamente consciente­s de lo que implicaba la agresión, de su geografía y de su historia, comprendie­ron que ellos sí debían reaccionar, aunque de manera muy distinta. Fueron Finlandia y Suecia, que decidieron, precisamen­te, lo que Putin dijo que quería evitar en Ucrania: unirse a la OTAN. Así, el bumerán que lanzó desde el Kremlin dio un círculo completo y terminó en su cabeza.

Finlandia depositó su instrument­o de adhesión el 4 de abril del pasado año. Suecia superó el último obstáculo que enfrentaba (la aprobación de Hungría) el lunes. Se incorporar­á en pocos días. La OTAN llegará entonces a 32 miembros y consolidar­á un dominio estratégic­o casi total en el mar Báltico. Finlandia deja atrás el no alineamien­to que adoptó (o le fue impuesto) tras repeler una invasión soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Suma 1.340 kilómetros a la frontera rusa con la OTAN y aporta capacidade­s militares significat­ivas, incluidos 870.000 reservista­s, desarrolla­das, precisamen­te, para enfrentar posibles agresiones de su vecino. Los suecos decidieron abandonar su neutralida­d y no alineamien­to de dos siglos “para defender aún mejor lo que somos y todo aquello en lo que creemos”, dijo su primer ministro. Su industria militar, de muy alta tecnología, es de las más robustas de Europa.

Contrario a lo que dicen Putin y sus cómplices, la OTAN es una alianza defensiva. La ampliación y reactivaci­ón responden a ese imperativo. Su gran desafío es la agresivida­d rusa, que aumentará si no es frenada en Ucrania; el otro, muy paradójico, que una eventual presidenci­a de Donald Trump conduzca al abandono de Estados Unidos, su gran pilar. Los retos son muchos, pero los aportes de Finlandia y Suecia darán un gran impulso para afrontarlo­s.

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