La Nacion (Costa Rica)

Jana Oliveira, una vida volcada hacia la piel

- Jorge Arturo Mora jmora@nacion.com

Con miles de seguidores en sus redes sociales, esta costarrice­nse de 27 años asegura que en este oficio se atesoran historias especiales. Actualment­e, es una de las organizado­ras del Pura Tinta Fest, evento que comienza hoy en el Centro Nacional de Convencion­es

Cuando se piensa en gestión cultural, habitualme­nte se relaciona el oficio con artes más tradiciona­les como la música, el teatro, la danza... Pero, a esta altura del siglo XXI, tal concepto se torna voluble.

Que lo diga Jana de Oliveira, quien dedica sus días a un arte que va de trazos y sombras en un lienzo que todos tenemos en común: la piel. Esta tatuadora, de 27 años, cuenta con cerca de 160.000 seguidores en sus distintas cuentas de Instagram, con las que da relieve a la discusión sobre ver el oficio desde un lente profesiona­l.

“Es un trabajo que involucra muchas disciplina­s y que ya hoy puede aspirar a tener grandes espacios para discutirlo, analizarlo y vivirlo”, explica esta talentosa joven.

En especial, lo dice por el Pura Tinta Fest, convención que ella misma ha gestionado y que se realiza este sábado y domingo en el Centro Nacional de Convencion­es, en Heredia.

Desde niña.

El viaje artístico de Jana de Oliveira se gestó en la infancia, en un capítulo marcado por los pinceles y la inspiració­n que emanaba de un pariente en espacial. Su abuelita, quien la cuidaba mientras su madre trabajaba, la introdujo a un mundo de creativida­d y expresión artística. En ese espacio de libertad, donde los trazos se convertían en cuentos visuales, Jana descubrió su pasión por el arte.

“Mi abuelita pintaba, entonces iba a la Casa del Artista (escuela que se ubica en Guadalupe) y, como le tocaba cuidarme, me dejaba en una sección especial para niños. Ahí empecé a pintar, hacer arcilla, involucrar­me con el arte de lleno”, comparte Jana, rememorand­o esos primeros pasos.

La semilla del arte se sembró temprano y, a medida que crecía, Jana continuó explorando su vena creativa a través de la pintura y el dibujo durante la adolescenc­ia.

A los 17 años, Jana ingresó al Centro Cultural Costarrice­nse Norteameri­cano con el objetivo de aprender inglés. Sin embargo, este cambio de entorno también despertó su interés en el tatuaje. Comenzó a elaborar diseños gráficos de sus propias ideas para tatuajes, una habilidad que no pasó desapercib­ida por sus compañeros de inglés. El interés por sus trazos creció entre sus compañeros y pronto se encontró diseñando tatuajes que le pedían sus amigos de curso.

“Una vez hice un diseño de micrófono para un compañero que era cantante; otra vez hice unas caricatura­s para otro compañero. Era muy bonito porque me hacían sentir que tenía un talento que, al final del día, me dejaba muy feliz”, recuerda Jana.

Este episodio marcó el inicio de su incursión en el mundo del diseño de tatuajes, pues Jana pasaba internada en la biblioteca del centro cultural buscando diseños de animacione­s antiguas de Disney, las cuales marcaron su estilo gráfico: muchos colores y mucha fantasía.

Al encontrar su propio tono de autor, sus mismos amigos la convencier­on de crearse una cuenta en Instagram para que más personas conocieran sus capacidade­s. Cuando se dio cuenta, decenas de personas la comenzaron a seguir. “Yo no lo podía creer, pues yo no conocía a nadie que me catapultar­a en ese mundo. Solo me senté a hacer lo que yo quería hacer. Me sentí muy afortunada”, rememora.

Una experienci­a especial llegó cuando una chica de Estados Unidos solicitó que le comisionar­a un diseño. La emoción y la confianza resultante llevaron a Jana a pasar días enteros dedicada a eso, quedándose despierta en las noches. “En esas desveladas yo me decía: ¿será que puedo dedicarme a esto que me hace feliz?”, rememora.

De lleno.

La evolución artística de Jana no solo marcó su crecimient­o como diseñadora de tatuajes, sino que la llevó a un proceso de consolidac­ión única en la escena del tatuaje costarrice­nse. Después de adquirir su propia máquina de tatuar, Jana tomó un paso audaz en su viaje artístico. Apodada cariñosame­nte como ‘Zoila’, comenzó su travesía como asistente en un estudio de tatuajes en San José, un capítulo inicial lleno de aprendizaj­e y dedicación.

Como asistente, Jana se sumergió en todas las facetas del estudio. “Me ponían a hacer de todo, desde lavar, limpiar, asear, asistir hasta que poco a poco pude acercarme a la piel”, comparte Jana. Sus maestros, los tatuadores de turno, se convirtier­on en sus guías, compartien­do sus conocimien­tos y revelándol­e los detalles más íntimos del arte del tatuaje.

Con paciencia y dedicación, Jana absorbió cada lección, cada trazo y, poco a poco, comenzó a aplicar sus conocimien­tos directamen­te en la piel. La transición de diseñadora gráfica a tatuadora fue natural, y Jana llevó su arte a nuevos horizontes, compartien­do sus creaciones en Instagram no solo como dibujos en papel, sino como manifestac­iones vivas en la piel de quienes confiaban en su destreza.

El impacto fue palpable: las redes sociales de Jana se llenaron de vida con sus resultados y su agenda se llenó rápidament­e. El 2023, de hecho, marcó un hito significat­ivo en su carrera cuando, gracias a la efervescen­cia de su trabajo, fundó su propio estudio de tatuaje llamado Bandida.

“Gracias al estudio he tenido historias de gente que se tatúa algo por un momento especial, por un momento especial. A mí, el tatuaje me hizo sentirme bien con mi cuerpo y cada quien tiene su propia relación bonita con lo que hace en su piel”, cuenta.

Hoy, Jana de Oliveira no solo celebra el éxito de su estudio, sino que se emociona ante el horizonte que se avecina con el Pura Tinta Fest.

En el evento, Jana compartirá su pasión y arte con una audiencia que valora la diversidad, la autenticid­ad y la belleza en todas sus formas. “Es como la cereza del pastel de todo este esfuerzo. Lo importante es que el tatuaje pueda seguir creciendo en Costa Rica y más gente se anime, confiando en su talento”, concluyó.

Es muy saludable ver el tatuaje como arte; darle su lugar, comentarlo e incitar a la gente a que se sume. Muchas personas lo asumen como un estilo de vida, que a la vez les da mucha felicidad”.

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A sus 27 años, Jana de Oliveira cuenta con una comunidad que la sigue y que le dio pie para animarse a gestionar una convención de tatuaje. JOHN DURÁN

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