La Campana de la Independencia
Con el nombre de Campana de la Independencia, el periodista e historiador Francisco María Núñez (1892-1984) “bautizó” la antigua campana que, desde 1933, ha adornado la entrada principal de la antigua parroquia de Cartago, conocida popularmente como las Ruinas de la Parroquia. Fundida en 1818 por un artesano de la familia Cartín, de Heredia, la bicentenaria campana fue originalmente consagrada a la Virgen de los Ángeles, donde desempeñó un papel vital en su santuario durante más de un siglo.
Fue rescatada in extremis por el propio Núñez, en 1922, cuando iban a refundirla en un taller josefino para hacer una nueva, pues la viejita ya no repicaba como quería el presbítero Abel Castillo, cura rector de Los Ángeles.
Ciertamente, no fue una campana que contribuyó a avivar la llama patriótica en la lucha por la independencia, como la de Dolores en México, ni para convocar a los ciudadanos en la proclama de la libertad, como la de la independencia de los Estados Unidos.
No fue la única presente en la fecha de la independencia en la provincia de Costa Rica ni tampoco la única que perdura de aquella gesta. Sin embargo, esta antigua campana se erige como una auténtica reliquia de esa época inolvidable y es, junto con el Acta de Independencia, símbolo por excelencia de la fecha más memorable de nuestra historia.
Tesoro de Costa Rica. Aunque no sirviera para llamar a la guerra o para reunir a los ciudadanos, son tantos sus méritos y reconocimientos que solo debemos enfocar todos nuestros esfuerzos en preservarla, porque es uno de los mayores tesoros de Costa Rica.
Fue declarada monumento nacional el 14 de setiembre de 1962 por la Asamblea Legislativa, mediante una ley firmada por el presidente Francisco J. Orlich. De esta manera, la valiosa pieza, tan humilde y maltratada por los siglos, ostenta la misma categoría que el Teatro Nacional, el Castillo Azul, las ruinas de Ujarrás, el sitio arqueológico de Guayabo, el Monumento Nacional, entre otros.
A pesar de ser una pieza única e invaluable, no ha recibido el cuidado y la atención que merece. En noviembre pasado, debido a un error, fue cubierta con pintura ordinaria para verjas, lo que resultó en la pérdida significativa de la pátina acumulada en su superficie a lo largo de los siglos.
Actualmente, se encuentra sometida a un detallado proceso de restauración llevado a cabo por profesionales. El objetivo de esta intervención no solo es restituir su condición original, sino también, más crucial aún, preservarla de manera adecuada para garantizar su integridad en el futuro.
Aunque estas acciones son significativas y reflejan compromiso y acción de la Municipalidad de Cartago, son insuficientes para garantizar la supervivencia de la reliquia patrimonial. Una vez que se termine la restauración, es posible que regrese al arco central de las ruinas de Santiago Apóstol, desacertadamente.
Cambiarla de lugar. Un monumento de esta magnitud no debería regresar a su ubicación habitual. Se requiere construirle un hábitat adecuado que la resguarde, tanto de las inclemencias del clima como del vandalismo. En el año 2006, las autoridades municipales descubrieron a personas intentando robarla con la intención de fundirla.
Es imperativo designar un sitio especial de fácil acceso, donde pueda ser apreciada por la ciudadanía, los turistas y los estudiantes. Además, se debe proporcionar información audiovisual detallada sobre su increíble y extensa historia.
¿Y qué colocar en su lugar? Una réplica. La nueva campana sería funcional y podría ser tocada en actividades especiales o cuando sea necesario, ya que la otra corre el riesgo de fracturarse si se sigue tañendo. Con esta medida, la nueva campana no solo cumpliría una función práctica, sino que se convertiría en una adición estética al entorno de la Plaza Mayor. De esta manera, se respetaría la tradición añadiéndole un toque de modernidad y preservando, al mismo tiempo, el valioso tesoro patrimonial.
Se desconoce si la Municipalidad de Cartago ha trazado un plan breve para la campana, que concluya con la restauración y el retorno de la pieza a su ubicación original. O, por el contrario, si contempla algo más extenso y promisorio: preservar la campana perpetuamente en un lugar apropiado y reemplazarla por una réplica.
En la Asamblea Legislativa, impulsada por varios ciudadanos cartagineses y liderada por la diputada oficialista Paola Nájera, se encuentra pendiente de votación declararla símbolo nacional.
La medida proporcionaría una protección legal y administrativa completa a tan valioso patrimonio. Dada esta coyuntura, sería beneficioso que los diputados de Cartago respaldaran a la Municipalidad en el cuidado y conservación con miras a facilitar la concreción de los pasos necesarios, siempre que se siga la ruta correcta para asegurar su salvaguarda.
Este nuevo capítulo en el extraordinario libro de la historia de la campana merece un final idóneo, evitando dejar cabos sueltos que puedan poner en riesgo su integridad en el futuro.
A pesar de ser una pieza invaluable, no ha recibido el cuidado y la atención que merece