Una gran oportunidad
Quiero volver a enfatizar que esta es la gran oportunidad de Costa Rica para convertirse en un centro estratégico para la producción de semiconductores, pero para ello necesitamos, entre otros, talento y bajos costos de energía. En lo primero, hay avances, pero en lo segundo no, y esto podría causar la pérdida de una ventana de oportunidad para la creación de empleos de calidad.
La geopolítica y otros factores juegan a nuestro favor, como el desacople de las economías estadounidense y china, especialmente en tecnología y seguridad, la invasión de Rusia a Ucrania y sus posibles consecuencias sobre Taiwán, la concentración de la producción de semiconductores en China y Taiwán, que hace poco alcanzaba un 50 % del mercado global de chips y el 92 % de los semiconductores, así como la llamada crisis de contenedores, situación que podría repetirse por la sequía en el canal de Panamá y los ataques de los hutíes en el mar Rojo, todas ellas situaciones que privilegian la deslocalización (nearshoring).
Estados Unidos, por ejemplo, aprobó en el 2022 la Ley de Chips y Ciencia, acompañada de un contenido presupuestario que asciende a los $53.000 millones, promoviendo así una rápida movilización de productores a regiones más seguras y cercanas a los mercados.
En el caso de Costa Rica, la presencia de Intel nos da una ventaja comparativa, que aumenta con la decisión de la empresa de invertir $1.200 millones, y a esto se suma que la Embajada de Estados Unidos ya anunció una promesa de inversión en entrenamiento del talento costarricense en la Universidad Estatal de Arizona, equivalente a $13,8 millones.
Los esfuerzos del ministro de Comercio Exterior, Manuel Tovar, y de la ministra de Ciencia y Tecnología, Paula Bogantes, han sido positivos por la búsqueda de alianzas con el ámbito académico y productivo para aprovechar esta gran ventana de oportunidad.
No obstante, el esfuerzo no es acorde con el ritmo de reactivación de la enseñanza y la cobertura tecnológica en escuelas y colegios, pues si bien aplaudimos que ya haya un Programa de Formación Tecnológica, este llegará al 100 % de la población en el 2027, una muestra más de la poca visión en cuanto a que la falta de inversión social es la fórmula para combatir la desigualdad.