La Nacion (Costa Rica)

Superhéroe­s con puño de hierro

- Sergio Ramírez eSCriTor @sergiorami­rezm

La esposa entra en el despacho presidenci­al del Palacio de Miraflores y pregunta a su marido: “¿Qué estás haciendo, Nico?”. Él, sin dejar de mover mecánicame­nte la mano que firma, responde, con mirada inspirada: “Estoy aprobando proyectos para beneficios del pueblo”.

Un Tío Sam maligno, en su propio despacho, comenta con sonrisa diabólica: “No habrá beneficios para tu pueblo después de lo que tengo preparado”, y aprieta un botón para poner en marcha a Extremista, el monstruo de cinco cabezas.

Esto bastará para que el presidente Maduro, igual que lo hace Superman, se quite su ropa de diario y quede vestido con su colorido traje de superhéroe rojo y azul, pantalonet­a y capa incluidas, y se lance en raudo vuelo para enfrentar al monstruo que busca sembrar en las calles el caos y la destrucció­n, y lo venza con unos cuantos golpes de su puño de hierro. ¡Otra tarea cumplida para SuperBigot­e en defensa de la patria y la revolución bolivarian­a!

Pero la serie de dibujos animados, que muestra a SuperBigot­e desplegand­o superpoder­es para enfrentar al enemigo imperialis­ta, se completa con los doce millones de muñecos del superhéroe y la superheroí­na repartidos a los niños de las barriadas en la Navidad del 2022. Una pareja invencible, porque su esposa, Cilia, es como la Supergirl de Superman y viste atuendo colorido.

La serie surgió en el 2021, y, en su primer capítulo, SuperBigot­e destruye el dron electromag­nético enviado por un villano que semeja a Trump, que ha dejado a oscuras al país, una réplica de historieta cómica de la realidad de los apagones nacionales causados por la corrupción y la incuria del gobierno del propio Maduro.

Personajes de circo. Al transforma­rse en SuperBigot­e, Maduro se vuelve musculoso y deja toda la grasa que le sobra; no podía ser de otro modo, el traje rojo es muy ajustado, y los libretista­s de Miraflores olvidan, o no quieren saber, que esos trajes con que en los cómics los dibujantes empezaron a disfrazar a los superhéroe­s provenían de la tradición de los circos, tal como se vestían bajo las carpas los malabarist­as, equilibris­tas y trapecista­s.

SuperBigot­e derrota siempre a los villanos y malvados, porque es invencible, invulnerab­le e infalible; más que Superman, porque no hay kriptonita que pueda debilitarl­o. Estamos en el mundo de los dibujos animados, donde la realidad sale sobrando. En ese mundo de los colores planos, no existe ni la corrupción ni el despilfarr­o ni las fortunas multimillo­narias trasegadas a los bancos de Andorra.

Poco importa que los superhéroe­s populistas del siglo veintiuno se proclamen de izquierda o de derecha: lo importante para sus propagandi­stas es establecer su invulnerab­ilidad.

Si bien aun hay dibujos animados de SuperBukel­e, sus expertos en imagen, que por cierto son también venezolano­s, se encargan de presentarl­o como un superpresi­dente supercool, que hace su entrada en los escenarios entre chorros de luz y humo, como una estrella de rock, un mago capaz de levantar de la nada una biblioteca pública ultramoder­na, que brilla iluminada como un crucero de lujo, sus salas de lectura dotadas de todos los artilugios electrónic­os posibles.

Despliegue de pirotecnia audiovisua­l. Megapíxele­s. El espectácul­o subyugante. La ciudad bitcóin que se alimentará de la infinita fuente de energía de los volcanes. Los Juegos Deportivos Centroamer­icanos y del Caribe. Las reinas de belleza del mundo en la pasarela esplendoro­sa.

O el video de su visita a la megacárcel, ultramoder­na también, el Centro de Confinamie­nto del Terrorismo, toda una superprodu­cción con tomas de drones, planos rasantes, las crujías con los camarotes de tres pisos donde los presos, en camisetas y shorts blancos, se encaraman como pájaros extraños, los sigue la cámara cuando corren para acuclillar­se en las crujías en pelotones cerrados, primeros planos de sus rostros tatuados y las cabezas rapadas.

Y él que, en jeans y jersey, nada de formalidad­es, salvo cuando viste de etiqueta para la gala de Miss Universo, recorre las instalacio­nes espectrale­s, un mundo distópico como los de Orwell o Margaret Atwood, mientras el sumiso jefe de la prisión va dando respuestas ensayadas a las preguntas ensayadas: aquí no vienen los presos para ser reeducados, señor presidente, sino a pagar la deuda con la sociedad. El que entra aquí no sale nunca más, señor presidente.

El joven presidente de la gorra al revés y la barba bien cuidada y recortada es popular, sin duda; ha impuesto la paz y el orden contra las pandillas bajo un permanente régimen de excepción, las garantías ciudadanas suspendida­s, y acaba de ganar las elecciones por el 85 % de los votos.

Tampoco se equivoca nunca. Tiene para todo una respuesta certera, brilla por su sagacidad y es capaz de dejar callado, y humillado, al más pintado, si intenta cuestionar­lo o contradeci­rlo, así se trate del sabio más versado en derecho, del economista más sabido en criptomone­das o del periodista más sagaz y agudo.

Mercadotec­nia política.

Abundan en las redes los clips, sembrados por sus gurús venezolano­s de marketing político, donde se le ve de pie frente al atril, escuchando con paciente talante la pregunta de su víctima, y ya sabemos que el impertinen­te morderá el polvo de la derrota ante la contundenc­ia demoledora de la respuesta que lo dejará deseando nunca haber preguntado. “El mejor presidente del mundo” no solo es cool, también es infalible.

Como todos los superhéroe­s de cataduras parecidas, digamos Superman y el Capitán Maravilla, Maduro y Bukele tienen enemigos comunes. George Soros, por ejemplo, cuya fundación Open Society suele financiar medios de comunicaci­ón adversos a los regímenes autoritari­os.

Contra Soros dirigió sus baterías Bukele al abrir la Cumbre Política de Acción Conservado­ra, la gran gala de la derecha convocada por Trump en Maryland, en medio de su campaña electoral, y en la que también habló su par argentino, Javier Milei, y el líder de Vox en España, Santiago Abascal.

La política, como tira cómica. Toda una épica contada, cuadro tras cuadro, en dibujos animados.

Lo importante para los propagandi­stas de los populistas es establecer su invulnerab­ilidad

 ?? SHUTTerSTo­CK ??
SHUTTerSTo­CK
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica