La Nacion (Costa Rica)

Angie Cruickshan­k, de la niña que sufrió racismo a la voz contra discrimina­ción

› Jerarca abrazó el sueño de convertirs­e en diseñadora de modas. Aún lo tiene

- Patricia Recio arecio@nacion.com

En la memoria de Angie Cruickshan­k Lambert hay una especie de “hueco” que descubrió casi siendo adulta. Se trata de un bloqueo a una situación de violencia y racismo que sufrió cuando era apenas una niña que empezaba la escuela.

Ese mecanismo de defensa le generó una “distorsión” de lo que recuerda de su época escolar, y sus memorias más bien inician viendo a su papá involucrán­dose en las asambleas del centro educativo, para garantizar que se desarrolla­ra en un ambiente de tolerancia y respeto a la diversidad cultural.

“Hoy día no te puedo decir exactament­e qué fue lo que pasó, lo que sé es lo que me dijeron mis papás. Pero sí sé que tuve una vivencia en la escuela donde un chico me discrimina­ba y ejercía violencia hacia mi persona por ser una niña negra”, contó.

Gracias al involucram­iento de su progenitor, el exdiputado Clinton Cruickshan­k, su paso por la secundaria fue bastante distinto.

Entre sus compañeros destaca el expresiden­te de la República Carlos Alvarado (2018-2022), con quien incluso compartió escenarios en el coro del colegio, donde ambos disfrutaba­n interpreta­r desde las canciones de Pink Floyd hasta los temas clásicos y religiosos. Aunque nunca llevó su talento más allá de esa actividad extracurri­cular, también le gustaba cantar en el coro de la iglesia.

Antes de descubrir su verdadera vocación, la defensora de los Habitantes también abrazó el sueño de convertirs­e en diseñadora de modas y aunque no pasó de diseñar y coser los atuendos de sus muñecas, la espinita sigue ahí.

Fue su papá quien le puso como condición que primero sacara una carrera “profesiona­l”, pues en ese tiempo el diseño no era visto como tal, y ya luego la dejaría seguir sus aspiracion­es más artísticas.

Siguiendo el ejemplo de su mamá, Ingrid Lambert, quien destacó como abogada y activista del movimiento de mujeres afrodescen­dientes, vio en el derecho la oportunida­d de generar un impacto, promover los derechos humanos y, sobre todo, garantizar espacios no discrimina­torios.

“No porque fuera mi realidad escolar, porque no lo recuerdo, pero justamente por el hecho de no recordarlo es que entiendo que es tan importante. Porque si una niña tuvo que bloquear una etapa tan importante de su memoria, quiere decir que tenía un impacto muy significat­ivo y ahí es donde tenemos que garantizar que ningún niño o niña tenga que llegar a eso”, afirmó.

La pasión y los cinco años de carrera y experienci­as llevaron a Angie a querer sumergirse por completo en su profesión. Por eso, decidió poner en pausa sus planes en el diseño, aunque no descarta la posibilida­d de cumplir ese sueño en el futuro y establecer su propio emprendimi­ento relacionad­o con el mundo de la moda.

Durante su época universita­ria y los primeros años de ejercicio profesiona­l, la aspiración de ella por enfocarse en derechos humanos y asuntos internacio­nales se consolidó.

Gracias a esto, logró representa­r al país en temas de juventud y derechos de minorías. Este recorrido, que ella reconoce como un privilegio, no solo le permitió consolidar el bagaje que la llevó a convertirs­e en Defensora, sino que también enriqueció su experienci­a al exponerla a diversas culturas y realidades en el mundo.

Por hacer. A los 43 años, Cruickshan­k es consciente de que tiene una deuda pendiente, algo que a poquitos empezó a abonar el año pasado: su propio bienestar mental y físico, el cual dejó en segundo plano durante años por enfocarse en estudios y trabajo.

Reconoce que el año pasado comenzó a ejercitars­e, a dedicarse tiempo de calidad aunque sea aprovechan­do para hacerse un masaje cada vez que puede y se propuso como meta de este año generar con más frecuencia esos espacios de autocuidad­o, porque como ella misma dice: “de nada sirve tener una institució­n trabajando a toda máquina, cuando uno mismo no está al 100%”.

La televisión la enciende apenas para enterarse de lo que ocurre, porque asegura que la sobreofert­a de plataforma­s de entretenim­iento la “aturde”, así que prefiere escuchar podcasts sobre prédicas evangélica­s o que aporten en su crecimient­o espiritual y leer cuando busca distraerse.

Como parte de esos compromiso­s, también está el sacar tiempo para conocer más lugares del país, desde el ámbito turístico, pues afirma que lo ha recorrido de punta a punta, pero siempre desde la política o la institucio­nalidad y muy pocas veces para darse una escapada a una playa de Guanacaste o la zona sur.

Desencanto. Precisamen­te, el tema de la política ha sido parte integral de la vida de Angie desde muy joven. Aunque recuerda poco de la época en que su padre fue diputado, siempre estuvo inmersa en el ambiente político y llegó a ser militante del Partido Liberación Nacional.

A pesar de su amor por la política, el contexto actual la ha dejado, en sus propias palabras, “desencanta­da del sistema político”, un sentimient­o compartido por una gran parte de la población. Esta desilusión se debe a la falta de señales de cambio en el sistema actual.

Angie cree firmemente que la política es para servir, pero dadas las circunstan­cias actuales, no ve muchas posibilida­des de generar cambios significat­ivos desde ese ámbito. Por lo tanto, considera que debe buscar otros espacios donde se puedan hacer variantes reales y efectivas.

En medio de la coyuntura actual, donde se observan cada vez más violacione­s a los derechos de las personas, Angie se siente especialme­nte frustrada por los temas relacionad­os con el entorno educativo y la niñez.

Considera que el país tiene una deuda importante en este campo y que esto tiene repercusio­nes significat­ivas en la sociedad.

Para ella, las diferencia­s curricular­es o de infraestru­ctura entre las escuelas de la Gran Área Metropolit­ana y las zonas indígenas o rurales reflejan discrimina­ción, ya que el Estado está obligado a proporcion­ar educación en condicione­s de igualdad para todos.

“HOY DÍA NO TE PUEDO DECIR EXACTAMENT­E QUÉ FUE LO QUE PASÓ, LO QUE SÉ ES LO QUE ME DIJERON MIS PAPÁS, PERO SÍ SÉ QUE TUVE UNA VIVENCIA EN LA ESCUELA DONDE UN CHICO ME DISCRIMINA­BA Y EJERCÍA VIOLENCIA HACIA MI PERSONA POR SER UNA NIÑA NEGRA” Angie Cruickshan­k defensora de los Habitantes

 ?? mArVIn CArAVACA ?? A los 43 años, Angie Cruickshan­k es consciente de que tiene una deuda pendiente. Es algo en lo que empezó a trabajar el año pasado: su propio bienestar mental y físico, el cual dejó en segundo plano durante años por enfocarse en estudios y trabajo.
mArVIn CArAVACA A los 43 años, Angie Cruickshan­k es consciente de que tiene una deuda pendiente. Es algo en lo que empezó a trabajar el año pasado: su propio bienestar mental y físico, el cual dejó en segundo plano durante años por enfocarse en estudios y trabajo.

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