El arte de construir ciudades
El arte de construir ciudades involucra cuestiones de una gran complejidad, tales como navegar entre lo local y lo global, entre inversiones públicas y privadas, en ciudades cuasi máquinas que requieren engranajes polifacéticos que brinden diversas calidades de vida a los habitantes.
Los cambios cantonales recientemente aprobados brindan ocasión para mejorar nuestras ciudades, revitalizarlas, renovarlas y hacer planteamientos espaciales para el bienestar general.
Se necesita, para ello, realizar estudios de ciudades atractivas, como Barcelona, Singapur, Curitiba o Ámsterdam, por mencionar algunas, y enrumbar la sostenibilidad urbana teniendo presentes pilares ambientales, económicos, sociales y culturales.
El fin es vivir en ciudades creativas con cualidades sensoriales, descubrir las potencialidades de cada municipio, levantar ciudades de diferentes escalas, más accesibles y atractivas.
¿Cómo unir ambiciones políticas y proyectos urbanos? Para aprender, están las famosas por sus actividades culturales o religiosas, entre ellas, Antigua, Sevilla o Roma; o por carnavales, como Nueva Orleans o Río de Janeiro.
De igual forma, nos ilustramos conociendo ciudades con edificios emblemáticos, como Bilbao y su Museo Guggenheim, o rescatando recursos naturales, como hicieron con el río Mapocho en Santiago de Chile y el río Medellín, en Colombia.
Es posible valorar los lugares por su singular gastronomía, ejemplos son varias ciudades italianas, o mercados atractivos, como Santa Caterina en Barcelona, que también regeneró su edificio histórico.
Debemos preguntarnos qué indica la historia del cantón y qué valores deben rescatarse para sobresalir en nuestra sociedad; por qué son importantes las historias de vida de los habitantes, sus vivencias espaciales, lifeworlds y costumbres; por qué observar, documentar, evaluar y rediseñar el espacio urbano para el ser humano.
Kevin Lynch (1918-1984) fue un diseñador urbano, académico y escritor que exploró la imagen urbana y elaboró técnicas para dotar de sentido las ciudades, para ser visionarios y valorar el espacio en que vivimos y trabajamos.
Lynch nos heredó un pensamiento sencillo, pero determinante: “Después de todo lo que hay que decir y hacer, la persona, el ciudadano es realmente la ciudad”.
De sus enseñanzas extraemos que debemos reinventar las ciudades para las personas, no solo para la infraestructura vial congestionada y los centros comerciales, sino desde diversos vértices, y trabajar paralelamente lo físico espacial y los ámbitos sensoriales, culturales, artísticos y del comportamiento humano, es decir, ciudades psicológica y emocionalmente sostenibles.
Debemos reforzar la participación ciudadana para restablecer la imagen de nuestras ciudades mediante inclusión y creatividad, ya sea en la costa o la montaña, desde el norte hasta el sur; reinventar valles y montañas, puertos y áreas metropolitanas; rescatar lugares con memorias, vistas y perspectivas ignoradas; dar valor a nuestra gastronomía diversa, aceras, espacios públicos deteriorados y espacios verdes olvidados.
Retomar la armonía barrial, destacando los colores de las zonas rurales cercanas y el esplendor de sus ríos, árboles, flora y fauna; resucitando y dibujando murales urbanos; conservando y conviviendo con nuestro patrimonio histórico-arquitectónico generalmente deteriorado; borrando la violencia en calles y avenidas, como muchas otras situaciones críticas nacionales, y lograr así el carente y necesario arte de hacer ciudades.
Nuevos cantones nos dan la oportunidad de mejorar las ciudades para el bienestar general