La Nacion (Costa Rica)

La verdad según TikTok

- Armando Mayorga JeFe de redacciÓN de la NaciÓN amayorga@nacion.com

Es doloroso admitirlo, pero un grupo de ciudadanos está tolerando la mentira en la función pública. Estamos claros en que la veracidad nunca ha sido una virtud de la totalidad de los políticos, pero nunca como ahora ha habido una estrategia para falsear la informació­n aprovechan­do la existencia de una masa de crédulos que se conforman con mensajes fantasioso­s en las redes sociales.

La maniobra oficial es tan sencilla que copia los hábitos de jovencitos y adultos avezados en publicar lindas historias en Facebook, Instagram, TikTok y otras redes sociales, donde exponen una vida de película, de novela, de ensueño, que existe solo en fotografía­s y videos. Lo mismo se hace desde el gobierno. Con un guion concertado, funcionari­os crean espejismos para atrapar a quienes se (des) informan en las redes sociales.

No es casual que la maestra que montó cursos para el entrenamie­nto de jerarcas en el arte de la mentira apostara por invertir dinero público en esas plataforma­s porque allí, sin duda, controlan el mensaje, lo pintan con los colores que les interesa. La señora, por eso, desacredit­a a los medios de comunicaci­ón profesiona­les, a la prensa independie­nte, la que cuestiona, la que incomoda, la que destapa sus mentiras.

¡Son muchas posverdade­s! Nos engañaron al hacer creer que la CCSS está quebrada. No hay prueba de ello. Nos mintieron con un plan de ¢200.000 millones para mitigar las listas de espera o un “fabuloso” sistema para atender a los mayores de 85 años en sus casas, el cual existe desde 1987.

Nos hicieron creer que hay “ruta de la educación pública”, pero nadie la conoce. Nos presentaro­n un plan contra la ola de criminalid­ad, pero con resultados en el 2030 y sin decir cómo (de hecho, en el 2030 ni estarán). Y lo último: apaciguaro­n ánimos a molestos traileros con la fantasía de que les resolverán el problema en el puerto de Moín, sin decirles que deben esperar 8 o 10 años. Vacilados.

Esta distorsión deliberada de la realidad solo lleva a cuestionar cada palabra y cada plan. Es hora de que los padres sean responsabl­es en promover en el hogar ciudadanos críticos, pensantes, informados, para evitar que más ingenuos caigan en las redes de políticos fantasioso­s que hasta humo venden.

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