La Nacion (Costa Rica)

Emergencia­s de la CCSS en cuidados intensivos

Muchos de los casos que saturan los servicios de emergencia debieron haberse prevenido

- juan.romero.zuniga@una.ac.cr Juan José Romero Zúñiga EPIDEMIÓLO­GO

Los servicios de emergencia­s en los hospitales se encuentran al borde del colapso, situación que persiste, en muchos centros, desde el año pasado.

Los informes presentado­s en diversos medios nacionales confirman la gravedad de lo que ocurre. Los hospitales, tanto regionales como nacionales, ya sean generales o especializ­ados, están desbordado­s.

El sistema de salud está enfermo y requiere una intervenci­ón urgente, incluso podría decirse que necesita ser ingresado en cuidados intensivos. Por esta razón, la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) declaró una emergencia institucio­nal en los servicios de emergencia de toda su red de atención médica.

La realidad es un síntoma claro de un sistema en deterioro, y la magnitud del problema va en aumento. Las salas de emergencia son escenarios caóticos: pacientes en pasillos, sillas comunes, sillas de ruedas o camillas que saturan todos los espacios, incumplien­do evidenteme­nte los protocolos de emergencia que exigen salidas despejadas y expeditas.

Si bien algunos de estos servicios merecerían órdenes sanitarias del Ministerio de Salud, aplicarlas podría ser poco razonable e inhumano. Las circunstan­cias exigen una intervenci­ón inmediata de la CCSS para resolver un problema que se ha agravado sistemátic­amente con el paso de los años.

Lejos del promedio de la OCDE. Según la Organizaci­ón

Mundial de la Salud (OMS), el número deseable de camas de hospital por cada 1.000 habitantes es de 2,3. Sin embargo, Costa Rica cuenta solo con 1,1 camas por cada 1.000 y 2,7 por cada 100.000 habitantes en unidades de cuidados intensivos, cifras muy lejanas a las 4,7 y 12 que registran, en promedio, los países de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Estos números revelan rezagos en infraestru­ctura y brechas significat­ivas en personal de salud. Además, la atracción de la medicina privada para especialis­tas, debido a salarios poco atractivos en la CCSS, ejerce presiones adicionale­s que se traducen en listas de espera más largas y tiempos de atención prolongado­s.

El retraso en la ejecución de la cartera de infraestru­ctura, impulsado por una junta directiva cuestionad­a y conformada de manera controvert­ida, agrava aún más la situación.

La CCSS, como proveedora principal de los servicios de salud, parece haber fallado en la planificac­ión y ejecución de una mayor capacidad instalada, tanto en infraestru­ctura como en recursos humanos y logística.

Esta incapacida­d para adaptarse a las cambiantes necesidade­s de una población con un perfil demográfic­o en evolución, caracteriz­ado por un aumento en la cantidad de adultos mayores, hábitos nocivos para la salud, mayor prevalenci­a de enfermedad­es crónicas, incremento casi exponencia­l de los accidentes de tránsito, nuevas enfermedad­es y lesiones laborales, y patrones de consumo de drogas cada vez más adictivas y potencialm­ente letales, contribuye al colapso del sistema.

Los gobiernos, desde el Ministerio de Salud hasta el sector de la salud en su conjunto, también comparten la responsabi­lidad al no impulsar cambios estructura­les sustantivo­s y eficaces en la atención primaria y la promoción de la salud.

Muchos de los casos que en este momento saturan los servicios de emergencia debieron haberse prevenido con un enfoque más proactivo en la salud pública. Atacar las causas del problema. La informalid­ad excluye a muchas personas de la atención oportuna en la consulta externa y su ascenso dentro de la red, por carecer de un seguro. Esto lleva a que los casos crónicos se presenten en emergencia­s de la CCSS en etapas más avanzadas, con peores pronóstico­s y mayores requerimie­ntos de cuidado y estancia hospitalar­ia.

No obstante, es necesario señalar la responsabi­lidad de algunos usuarios que recurren a los servicios de emergencia cuando podrían haber tratado el problema en una consulta externa con antelación. Algunos llegan demandando atención para problemas de salud que, aunque relevantes para ellos, no cumplen con los criterios de emergencia ni mucho menos de urgencia.

La declaració­n de emergencia institucio­nal es una medida paliativa que no ataca la raíz del problema. Costa Rica necesita una reforma integral del sistema de salud, con inversione­s significat­ivas en infraestru­ctura, recursos humanos y una atención más centrada en la prevención y la atención primaria.

El sistema de salud está en cuidados intensivos, y la única cura real es un enfoque transforma­dor que garantice una atención médica de calidad a todos los ciudadanos.

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CRÉDITO: ALBERT MARÍN
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