Dos décadas después, España repudia el horror del terrorismo
MADRID. Los numerosos actos de recuerdo en Madrid de los atentados islamistas contra varios trenes suburbanos el 11 de marzo del 2004 (conocidos como 11-M), los más sangrientos ocurridos en España, volvieron a poner sobre la mesa el debate de si el gobierno de derechas de la época, presidido por José María Aznar, ocultó información al país sobre los ataques para no verse electoralmente perjudicado.
Las instituciones europeas decidieron en el 2004 convertir el 11 de marzo en el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, conmemorado cada año en un país diferente.
Organizada por la Comisión Europea, y presidido por el rey Felipe VI, la ceremonia oficial de ayer tuvo lugar en la Galería de las Colecciones Reales, un museo situado cerca del Palacio Real, en presencia de centenares de personalidades.
“Quien viera de cerca aquella manifestación extrema de violencia jamás podrá olvidarla, como nunca lo olvidarán ciudades como Nueva York, Londres, París, Oslo, Barcelona, Niza, Bruselas y tantas otras”, dijo por su parte el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez.
A lo largo del día se conmemoraron los actos de recuerdo de la matanza de Atocha.
El primero tuvo lugar a las 9 a.m., hora local, en la plaza de la Puerta del Sol. En este tuvieron participación el alcalde de la ciudad y la presidenta de la comunidad autónoma madrileña, quienes depositaron una corona floral.
Para recordar. En el lugar donde las bombas estallaron hace 20 años, los familiares de las víctimas, pero también ciudadanos anónimos, depositaron flores, velas, o retratos de quienes perdieron la vida.
En la estación de Atocha, el epicentro de los atentados, los transeúntes presentaban sus respetos ante un monumento conmemorativo subterráneo, inaugurado la víspera, en sustitución de uno anterior que fue desmantelado a causa de las obras de ampliación de una línea de metro.
El 11 de marzo del 2004, en hora punta matinal, diez bombas con temporizadores colocadas en cuatro trenes suburbanos con destino a la estación de Atocha estallaron con unos minutos de intervalo, causando 192 muertos y casi 2.000 heridos, en el atentado yihadista más sangriento del siglo XXI en Europa.
Enfrentada desde hacía años a la violencia de la organización armada independentista vasca ETA, España estaba acostumbrada a los atentados, pero el del 11-M superó cualquier magnitud previa.
El gobierno de Aznar señaló inmediatamente a ETA como responsable de la matanza, tesis que mantuvo mientras aparecían indicios que apuntaban al yihadismo.
Así, Al-Qaeda, la organización liderada por Osama bin-Laden, reivindicó los atentados y los presentó como una represalia por la participación de España en la invasión de Irak al lado de Estados Unidos.
Contra el gobierno. En las enormes manifestaciones de protesta por los atentados, que tuvieron lugar desde el propio 12 de marzo, los participantes la emprendieron contra el gobierno y contra Aznar, al que tildaron de “mentiroso”.
Su agrupación política, el Partido Popular (PP), acabó perdiendo las elecciones celebradas tan solo tres días después de los atentados y a las que llegaba como favorito.
El debate sigue vivo dos décadas después y los críticos de Aznar le reprochan querer ocultar la responsabilidad de Al-Qaeda por miedo a que los españoles le hicieran pagar en las urnas un apoyo a Estados Unidos que era ampliamente rechazado por la sociedad española.
En incontables reportajes en los medios que aparecieron en vísperas del vigésimo aniversario, muchos testimonios reiteraron sus críticas a Aznar y, finalmente, la fundación que preside, la FAES, rompió ayer su silencio para defenderlo.
“Jamás llegó a manos del gobierno ningún documento oficial que descartase definitivamente la autoría de ETA y afirmara sin titubeos la responsabilidad yihadista”, informó la FAES.
La izquierda respondió que Aznar debería pedir perdón por la “mentira” y la “infamia” que cometió entonces, dijo el socialista Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.