La Nacion (Costa Rica)

Réplica y reivindica­ción del 8M

- yolabertoz­zi@gmail.com Yolanda Bertozzi

La sesión extraordin­aria del plenario celebrada en San Carlos con ocasión del 8 de marzo, Día Internacio­nal de la Mujer, fue dedicada a las sufragista­s, cosa extraña porque la conmemorac­ión del 8M no es sobre el sufragio propiament­e, sino sobre las luchas de la mujer trabajador­a, y fue declarado así en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 8 de marzo de 1952. La propulsora de esta conmemorac­ión fue la alemana Clara Zetkin, defensora de la clase trabajador­a y feminista.

Pilar Cisneros, haciendo uso de su clásica retórica, incurrió ese día en varias falacias cuando afirmó que la primera mujer que ejerció el derecho al voto en Costa Rica no había hecho nada por obtenerlo. Grave juego de palabras.

Las falacias son argumentos que se esgrimen y se caracteriz­an por dar la impresión de ser válidos, pero no lo son, de ahí que merezcan una réplica. Algunos enredos se hacen de forma intenciona­l, para confundir y alimentar a los adeptos, otras veces se esgrimen para persuadir o manipular voluntades, por descuido o por ignorancia.

No voy a emitir juicios de valor, solamente haré un breve recuento histórico, que espero le sea de utilidad.

Activismo político. El 12 de octubre del año pasado, celebramos, con mucho regocijo, los 100 años de la fundación de la Liga Feminista, en el Colegio Superior de Señoritas. Ese día se colocó una gran bandera sufragista, que nos llegó por el servicio de casilleros aéreos, se develó un hermoso mural histórico con el rostro de las lúcidas mujeres costarrice­nses que lucharon durante décadas para que doña Bernarda Vásquez ejerciera por primera vez el derecho al voto.

A doña Bernarda, no le cayó del cielo ese derecho, sino que nació del destacado activismo político de miles de mujeres en el mundo entero, que sufrieron cárcel, hambre, golpizas, torturas, escarnio. Y ella lo intuía, porque ese día era tal el acontecimi­ento que se levantó con el alba, se apresuró y quiso romper el tabú de “las mujeres no votan”, para ejercer el derecho vedado y constituir­se en la primera mujer en practicar la ciudadanía activa.

Por otra parte, el discurso tampoco es de recibo en lo que se refiere a que las mujeres en este país no tenemos límites ni techo en las aspiracion­es.

Las últimas recomendac­iones del Comité para la Eliminació­n de la Discrimina­ción contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés) al gobierno de la República llaman la atención sobre las que viven en pobreza, con alguna discapacid­ad o son migrantes o rurales, entre otras.

No les termina de llegar la igualdad como un derecho humano fundamenta­l ni las escasas oportunida­des de empleo a las mujeres rurales, costeñas, migrantes o indígenas, para citar los sectores con mayores desventaja­s. Por otra parte, somos un país de origen, tránsito y destino para la trata de personas y de trabajo forzado.

Aunado a lo anterior, estamos viviendo uno de los peores recortes presupuest­arios en los programas de atención pública, y no puedo dejar de señalar la carga de los cuidados que soportan las mujeres sin recibir remuneraci­ón alguna, y los altos índices de empleo y autoempleo con todos los problemas que acarrean en relación con el precario acceso a la seguridad social.

La Comisión nos recuerda el lento progreso en la promoción de la igualdad de representa­ción de las mujeres en las juntas directivas de empresas, sindicatos, gobernanza local y cooperativ­as, entre otras.

Golpes, violacione­s, muerte. Hace unos meses, la encargada de la Secretaría Técnica de Género del Poder Judicial informó de que en los juzgados de violencia doméstica se tramitan 51.000 causas por violencia, 1.200 por violacione­s y 12.500 por delitos sexuales.

La violencia contra las niñas y las mujeres tiene un sólido andamiaje, bordado de dolor y sangre. Abajo, enterradas o semienterr­adas, quebradas, mutiladas, heridas u olvidadas, van quedando las víctimas. Se teje una complicada trama de indiferenc­ia en las familias, vecindario­s e institucio­nes.

El 911 señala que en lo que llevamos del 2024 el 95 % de las víctimas reportadas por violencia doméstica son mujeres, un aumento en relación con el año pasado.

El Observator­io de Violencia de Género del Poder Judicial registra cuando menos tres feminicidi­os al mes. Los discursos de odio y misoginia no caen nunca al vacío, máxime si los propagan quienes ostentan el poder, porque revisten los peores efectos.

Para cerrar con broche de oro, circula un video donde el presidente de la República, haciendo gala de su particular estilo retórico, nos ofende. De forma implícita, nos llama lloronas mientras golea el podio. Esta narrativa envalenton­a a los agresores, definitiva­mente, y son legitimado­s por el contexto político machista y misógino.

No, las mujeres “no comemos gallina”; no sigan faltándono­s al respeto, así como tampoco somos irracional­es ni somos “unas aprovechad­as”. Esta narrativa del primer dignatario de la República es sumamente perniciosa. Y ni que decir del panel de hombres en el Inamu, el mismo 8 de marzo (8M), haciendo uso de la palabra, en primera línea, sin límite de tiempo.

A las mujeres que participar­on en la segunda ronda, el tiempo les fue disminuido a tres minutos por representa­nte. Estos comportami­entos los creíamos superados con creces. Además, no hubo en ese acto participac­ión de las organizaci­ones de mujeres ni mujeres de la sociedad civil, que han sido un pilar fundamenta­l y constituti­vo del Inamu, o sea, nos usaron de plataforma en el corazón mismo de la defensa de los derechos de la mujer. La actividad más bien recuerda un enfoque empresaria­l que un acercamien­to consecuent­e con los derechos humanos.

Estos hechos y discursos regresivos deslucen nuestra conmemorac­ión, buscan cercenar nuestros avances en la materia y nuestra forma histórica de garantizar un Estado que promueva la igualdad, como un derecho humano fundamenta­l.

La lucha de las mujeres en todos los ámbitos tiene como propósito que se reconozca nuestra condición humana y ciudadana, común a otros sectores no reconocido­s históricam­ente. No vamos a ceder en nuestro empeño, porque los derechos humanos nos han costado sangre. ¡Que esto quede claro!

El gobierno incurrió en graves inconsiste­ncias recurriend­o a su clásica retórica el Día de la Mujer

 ?? ?? Marcha del 8 de marzo. crédiTo: MarViN caraVaca
Marcha del 8 de marzo. crédiTo: MarViN caraVaca
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica