La Nacion (Costa Rica)

El desafío de la neutralida­d

- Sofía Monge Castro PeriodisTa sofia-monge@hotmail.com

L a declaració­n de neutralida­d en 1983 se constituyó en uno de los aspectos más relevantes de la política exterior y de la imagen de Costa Rica como Estado pacifista, democrátic­o y enfocado en el respeto del derecho internacio­nal.

Durante la administra­ción de Luis Alberto Monge, el principio de la neutralida­d “perpetua, activa y desarmada” se convirtió en uno de los pilares de la nación.

Una convulsa Centroamér­ica, en la que asomaba la amenaza de la extensión de los conflictos, motivó la estrategia de poner distancia mediante esa declaració­n. Pero antes, la abolición del ejército fue fundamenta­l, porque dio coherencia al proyecto de permanecer neutrales durante los conflictos y sobresalir como caso excepciona­l, diferente de otros Estados neutrales, pero con ejército.

Hoy, conflictos como el de Rusia contra Ucrania ejercen presión sobre las decisiones de los Estados que tradiciona­lmente se habían mantenido neutrales.

La reciente adhesión de Suecia a la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es solo una muestra de los nuevos retos que enfrentan las naciones en un ambiente de cambios geopolític­os que amenazan la superviven­cia global y colocan en una encrucijad­a el principio de neutralida­d.

El desafío para Costa Rica es la construcci­ón de alianzas sólidas regionales, principalm­ente,

Conflictos como el de Rusia contra Ucrania ejercen presión sobre los Estados neutrales

que ayuden a robustecer las instancias dedicadas a la resolución pacífica de los conflictos.

Costa Rica, más que un actor pasivo, tiene el deber de liderar iniciativa­s que promuevan el respeto al derecho internacio­nal y la búsqueda de soluciones que propicien la paz y el bienestar de los pueblos. De esa forma, hablamos de una neutralida­d no indiferent­e, sino activa, amparada por la credibilid­ad y coherencia de nuestra tradición en política exterior.

La profesiona­lización del cuerpo diplomátic­o es uno de los recursos para la construcci­ón y el fortalecim­iento de alianzas. Con las ideas del constructi­vismo, los intereses de la nación van a estar enmarcados dentro de la identidad nacional.

Para enfrentar los desafíos, también es necesario volver nuestra mirada a la esencia y los valores que definen nuestra identidad como promotores del respeto en el ámbito internacio­nal.

Una ciudadanía orgullosa, identifica­da con estos principios, servirá para perpetuar nuestras profundas conviccion­es de neutralida­d, de tradición democrátic­a y de mantenimie­nto de la paz.■

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