El Central y el colón
E l colón ha vivido una acelerada apreciación. El 21 de diciembre del 2023, su cotización promedio en el mercado Monex se ubicó en ¢523 frente al dólar, una revaluación anual del 12,5 %. En lo que va de este, ha continuado deslizándose y anda por alrededor de ¢500. El fenómeno no es solo local: otras monedas, como los pesos mexicano y colombiano, han seguido patrones similares.
Sobre sus efectos, visibles, existe relativo consenso: las importaciones se abaratan, las exportaciones se encarecen y su competitividad se reduce. Esto golpea a una parte muy importante de nuestro tejido productivo, con reducción inmediata en crecimiento, ganancias y empleos, y erosión de su viabilidad a mediano plazo. El gran debate se concentra en sus causas y, según se las defina, qué acciones tomar o, en un extremo, si es necesario tomarlas.
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No tengo licencia de economista, pero me atrevo a la siguiente afirmación: el problema, muy serio, responde a variables diversas y sistémicas.
Tienen que ver mucho más con política económica en su sentido amplio que con solo dos aspectos de ella: el cambiario y crediticio. Estos dependen del Banco Central; los otros, de una multiplicidad de impulsos que inciden en el ingreso de dólares. Implican, entre otros, decisiones legislativas y hacendarias (empréstitos y consolidación fiscal), atracción de inversiones, apertura de capitales, aumento en los flujos de turismo y otros servicios y exportaciones de zonas francas.
Por esto, reducir la discusión solo a la política del Central —nunca perfecta y quizá errada a veces—, y su apego a que el tipo de cambio refleje los volúmenes de oferta y demanda de divisas, es un error. Al convertirlo en chivo expiatorio, se pierde la visión macro y se exonera de responsabilidad a otros actores clave, entre ellos el Ejecutivo, y hasta el modelo productivo actual, exitoso pero imperfecto.
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Peor aún es partir de esta visión para tratar de replantear su misión, reflejada en las metas de inflación, y extenderla a impulsar el empleo, otra variable de causas múltiples. Sería como pedirle que maneje apretando a la vez el acelerador (expansión monetaria) y el freno (su control), y abrirlo a más presiones de las que ya soporta.
Lo lógico es una discusión con orientación sistémica, la única que permitirá articular salidas balanceadas.■