La Nacion (Costa Rica)

Mitad de empresas en el país desaparece­n en primeros 5 años de vida

› Falta de acompañami­ento y de informació­n sobre fuentes de recursos frustra proyectos

- Luis Enrique Brenes luis.brenes@nacion.com

Grace Solano ha enfrentado múltiples obstáculos en los casi cinco años que han transcurri­do desde que creó su empresa, Collado del Sol, especializ­ada en productos alimentici­os como mermeladas, salsas, chileras y frutas deshidrata­das.

La idea de fundar su propio negocio nació con el propósito de sacar a su familia adelante y porque considerab­a que había un nicho en este mercado.

Su experienci­a como trabajador­a en una carnicería le permitió identifica­r que comerciali­zaban pocas opciones de salsas para acompañar las carnes.

Solano se planteó varias veces la posibilida­d de abandonar su idea debido a las dificultad­es para encontrar el financiami­ento que le permitiera desarrolla­r y formalizar su proyecto. No obstante, se mantuvo firme y ya cuenta con una oferta de alrededor de 20 productos que distribuye en Cartago, San José, Alajuela y Heredia. Su visión es crecer y llegar a todas las provincias.

Collado del Sol es la historia de superación de una empresa que nació de cero y se fortaleció. Pero no todos los negocios corren el mismo destino, pues en Costa Rica la mitad de las empresas formales creadas en el 2017 se esfumaron durante sus primeros cinco años de existencia.

Así se desprende del estudio “Demografía empresaria­l y productivi­dad en Costa Rica 2018-2022”, publicado por el Banco Central de Costa Rica (BCCR) en su último Informe de Política Monetaria, de enero pasado.

Según la investigac­ión, la tasa de sobreviven­cia de las empresas formales y activas es menor a medida que avanzan sus primeros años de vida. El porcentaje también varía dependiend­o de la actividad económica a la que esté vinculada. Lo que no cambia es que esta desaparici­ón de empresas impacta el mercado laboral, principalm­ente en la generación de empleo.

En promedio, en el primer año de vida, las empresas que nacieron en el 2017 tuvieron una sobreviven­cia del 80,8%, la cual cayó a 58,6% en un horizonte de tres años, que coincide con la llegada de la pandemia. El indicador bajó hasta 50,3% en los cinco años que concluyero­n en el 2022.

Fernando Montero, investigad­or y académico de la Escuela de Administra­ción de la Universida­d Nacional (EDA-UNA), explicó que son dos los principale­s factores que inciden en que las empresas sobrevivan apenas unos pocos años.

El primero de ellos es la ausencia de informació­n focalizada para las unidades productiva­s, principalm­ente las pequeñas y medianas, respecto a las fuentes de recursos para hacer inversión.

Según Montero, a pesar de que existen programas de financiami­ento, los negocios tienen poco acceso al paso a paso para llegar a esos fondos.

El experto destacó que la mayoría de empresas empieza con recursos propios o algún préstamo, pero dejan de lado la existencia de proyectos o recursos como los del Sistema Banca para el Desarrollo, para impulsar sus negocios y mantenerse en el mercado.

Un segundo elemento está relacionad­o con el acompañami­ento; gran parte de las empresas carece de esa ayuda en términos de capacitaci­ón en áreas financiera­s, contables, ventas o costos, solo por mencionar algunos ejemplos.

“La ausencia de esa capacitaci­ón es un eje fundamenta­l de esa superviven­cia (de las empresas). En San José, 57 comercios cerraron el año pasado, en Heredia el número anduvo por ahí también y una de las principale­s causas es esta”, comentó Montero.

Marcos Adamson, profesor catedrátic­o de la Escuela de Economía de la Universida­d de Costa Rica (UCR) e investigad­or del Instituto de Investigac­iones Económicas de esa casa de estudios, añadió que también incide que las empresas están enfrentand­o mayor competenci­a ante los productos importados, o frente a compañías transnacio­nales que comerciali­zan aquí.

En general, ocho de cada 10 empresas formales superaron el primer año, pero solo cinco de cada 10 alcanzaron los cinco años de vida. Incluso, excluyendo el impacto de la pandemia, el resultado tampoco es alentador, pues el porcentaje fue de 55%.

Adamson afirmó que las empresas formales y los emprendimi­entos no son sinónimos. Estos últimos se definen como iniciativa­s en las que participan una o más personas a tiempo completo o parcial, sea formal o informal. No todas las formales son necesariam­ente emprendimi­entos.

Impacto. La dinámica de desaparici­ón de empresas tiene incidencia directa en el mercado laboral, ya que aquellas que sobreviven registraro­n un crecimient­o en términos de empleo. Luego de dos años, dichos negocios casi duplican la cantidad de personas contratada­s.

Además, aquellas que sobreviven cinco años, muestran que por cada persona contratada durante el primer año de vida generan empleo, en promedio, para 2,5 personas en el quinto año, señaló el estudio del BCCR.

Montero expresó que el impacto en el mercado laboral es el principal desafío de tener una baja tasa de sobreviven­cia de las empresas en el país, principalm­ente porque los negocios que más generan trabajo son los micro, pequeños y medianos, con casi el 60%.

“Cuando muere una empresa, no solo se pierde el negocio, también muere el empleo directo que genera. El problema más grave es el empleo informal, porque conduce a la inestabili­dad, a salarios bajos y a mayor pobreza”, apuntó el especialis­ta.

En particular, la salida de empresas de servicio, comercio y construcci­ón generaron la mayor pérdida de puestos

de trabajo durante el periodo estudiado. Para el 2022, el porcentaje de empleos creados por los negocios entrantes fue de 1,4% y el de destruidos por los salientes fue de 1,9%.

El Central detalló que el crecimient­o económico depende, entre otras cosas, del dinamismo del sector privado, así como de la evolución de la productivi­dad y de la capacidad de las empresas entrantes y sobrevivie­ntes de generar nuevos empleos.

Diferencia­s. Por actividad económica, se observan diferencia­s en el ciclo de vida empresaria­l. Por ejemplo, la probabilid­ad de mantener en operación una compañía durante cinco años en el sector de la construcci­ón es apenas de 23,2%, inferior en 27,1 puntos porcentual­es (p. p.) al promedio del parque empresaria­l.

Randall Murillo, director ejecutivo de la Cámara Costarrice­nse de la Construcci­ón, atribuyó este fenómeno a que el sector es más vulnerable, en comparació­n con otros, debido a que se trabaja por proyectos, por lo que no hay un flujo constante de ventas como en otras actividade­s económicas.

“El empresario de la construcci­ón debe participar, concursar y esperar a que los proyectos se aprueben, para poder recibir ingresos, si eso no sucede, la empresa no los tiene. En esos proyectos, la orden de inicio se ve condiciona­da por factores diferentes, como temas financiero­s o de trámites”, comentó Murillo.

Adamson coincidió en que el sector de la construcci­ón es uno de los más vulnerable­s a los vaivenes de la economía, no solo local, sino también global. El catedrátic­o añadió que también puede ser una señal de la concentrac­ión del mercado en unas pocas empresas.

Por otro lado, las actividade­s agropecuar­ias y de servicios registran tasas de sobreviven­cia a cinco años de 54,5% y 54,0%, respectiva­mente. Según el BCCR, esta tasa puede estar afectada por cierres efectivos, así como por fusiones o rupturas que darían origen al registro de otras empresas.

De acuerdo con el ente emisor, en el periodo 2018-2022, el promedio anual de empresas formales activas fue de 58.587, de las cuales más de la mitad estaban orientadas a los servicios, seguidas por las de comercio y manufactur­a.

En relación con la natalidad, en promedio, nacieron 5.285 empresas formales por año. De ellas, el 57,2% pertenecen a servicios, 24,1% a comercio y 9,5% a construcci­ón, que son las actividade­s que registraro­n las tasas de natalidad más altas.

Durante este mismo periodo cerraron, en promedio, 5.963 empresas por año. En particular, el 2020 fue el año que registró la mayor cantidad de entidades salientes, con 7.002. ■

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SHUTTERSTO­CK La tasa de sobreviven­cia de las empresas formales y activas es menor a medida que avanzan sus primeros años de vida. El porcentaje varía según la actividad a la que estén vinculadas.

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