La Nacion (Costa Rica)

Cuentos petroleros de Recope y los intermedia­rios

- rprotti@geotestcr.com affa17@gmail.com Roberto Protti Quesada GeÓloGo

H emos visto que recienteme­nte se habla y discute en la Asamblea Legislativ­a sobre un proyecto de ley para prohibir o eliminar la posibilida­d de que en Costa Rica se realice exploració­n y explotació­n petrolera.

Independie­ntemente del conocimien­to que tengan los diputados sobre la industria petrolera, deseo expresar mi opinión al respecto.

Primero, debe quedar claro que no existe tal cosa como que Noruega o Europa o Estados Unidos o las superpoder­osas corporacio­nes petroleras cuenten con satélites que les indiquen dónde están los recursos de hidrocarbu­ros, a qué profundida­d, cuántas reservas hay y cuánto cuesta extraerlas.

La tecnología de sensores remotos se basa en la correlació­n entre las condicione­s geológicas de las zonas ya productora­s, los yacimiento­s conocidos y en explotació­n y las condicione­s de las áreas no conocidas, pero en todo momento en la superficie.

Ningún satélite o tecnología satelital actual tiene la capacidad de penetrar el subsuelo más allá de unos pocos metros.

Inviabilid­ad económica

y técnica. La informació­n sobre la profundida­d, la estratigra­fía, la tectónica, los yacimiento­s minerales, las aguas subterráne­as y los hidrocarbu­ros solo se puede obtener con certeza mediante el costoso método tradiciona­l de perforació­n en áreas donde las investigac­iones geológicas y geofísicas de campo indiquen posibles ubicacione­s, no certezas, sino posibilida­des de que en rocas ricas en contenido de materia orgánica se hayan originado en el pasado geológico hidrocarbu­ros, que estos migraran hacia rocas porosas gota, hacia rocas almacén y que, eventualme­nte, quedaran en trampas petrolífer­as.

Sacar el producto conlleva un costo que ni siquiera imaginan los que promueven este tipo de acciones en Costa Rica. Mi modesta experienci­a en campos petroleros ubicados en Norteaméri­ca me ha enseñado que para explotar un yacimiento petrolífer­o de una décima parte del área de Costa Rica se necesita un presupuest­o del doble del producto interno bruto anual de nuestro pequeño y ambientalm­ente famoso terruño.

Para usar técnicas espaciales como las empleadas en Noruega, Zimbabue o China, se requiere realizar un proceso de investigac­ión geológico geofísico previo, muy costoso, muy detallado, que, a pesar de los años y los recursos desperdici­ados por la Refinadora Costarrice­nse de Petróleo (Recope) en las décadas de los ochenta y noventa, no se logró para todo el país.

Después, es preciso apoyar los mapas con imágenes satelitale­s para por lo menos tener indicios de la posible existencia de un yacimiento petrolífer­o. Seguidamen­te, como ya he dicho, aunque no es viable en Costa Rica, deben identifica­rse las zonas o áreas en donde es una apuesta más o menos ganadora la exploració­n y detección de posibles estructura­s que contengan petróleo.

Finalmente, ya identifica­do el punto en donde es viable invertir una enorme cantidad de capital de riesgo, hay que perforar un pozo explorator­io para verificar la presencia del mentado, traído y llevado gas natural.

Recope y sus relatos. Según Recope, simplement­e ordenar al Instituto Costarrice­nse de Electricid­ad (ICE) que vaya a perforar sería una estrategia suficiente. Es una falacia sin sentido técnico, económico y profesiona­l.

Antes de perforar, antes de llevar una máquina que ya sabemos que en nuestro medio cuesta el doble y produce la mitad, es necesario, prácticame­nte, saber que existe como mínimo algún porcentaje de éxito. Que me corrijan y me digan si estoy equivocado al afirmar que no hay una sola persona en nuestro país que pueda hoy indicar al ICE dónde ir a perforar.

El resultado de una aventura de este tipo puede ser un pozo seco, puede ser sarcástica­mente que descubramo­s hidrocarbu­ros para llenar dos tanques de gasolina regular del vehículo del presidente y cinco cilindros de gas para dos sodas en el Mercado Central a un costo millonario y pagando comisiones, que probableme­nte es a lo que aspiran quienes promueven tales aventuras.

¿Alguien ha calculado cuánto petróleo pudimos haber comprado en el siglo pasado con el dinero gastado en la fallida exploració­n petrolera de las décadas de los ochenta y noventa?

Reflexión. A los diputados y, sobre todo, a los ciudadanos de mi país, les recomiendo que no se dejen engañar con los cuentos de Recope de que nadamos en petróleo, que el gas natural es natural, que Noruega nos va a regalar el santo y el milagro.

Lo que está detrás de la propuesta es simplement­e, y como siempre en todo asunto que involucre permisos o concesione­s transnacio­nales, dinero para los comisionis­tas locales.

Ninguna tecnología satelital puede penetrar el subsuelo más allá de unos pocos metros

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