La Nacion (Costa Rica)

Es posible otra economía

- Laura Arias Pacheco eConomIsTa ariaslaura­15@gmail.com

Marzo es el mes en que se conmemoran las luchas que tantas mujeres han dado a lo largo de la historia para proteger sus derechos y abrir caminos a otras que van llegando después.

Consecuent­emente, hemos visto todo tipo de manifestac­iones: la tradiciona­l marcha por el centro de San José, felicitaci­ones que — aunque bien intenciona­das— no vienen al caso, promocione­s para vendernos bienes y servicios muy “femeninos”, y foros sobre los diversos desafíos que enfrentan las mujeres.

El más “pintoresco” del 8 de marzo, Día Internacio­nal de la Mujer, fue uno conformado únicamente por hombres, quienes discutiero­n sobre la autonomía económica de las mujeres. Lo organizó el gobierno, que se precia de que ninguna de sus integrante­s necesita medidas para participar en política ni ser valoradas ni visibiliza­das.

Asimismo, los indicadore­s económicos que se apartan de las alegres cifras fiscalista­s, publicados recienteme­nte, muestran un panorama muy preocupant­e para la autonomía y superación de las mujeres, y de quienes dependen de ellas.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (INEC), el año anterior la tasa de desempleo disminuyó, pero no porque más gente haya encontrado trabajo, sino porque las tasas de participac­ión y ocupación laboral bajaron.

Y aunque el gobierno pregone que el desempleo es menor, el resultado se produce a costa, principalm­ente, de la salida de las mujeres del mercado formal.

Las obligacion­es de cuidado que deben asumir principalm­ente las mujeres las obligan a dejar de buscar trabajos casi siempre mal pagados, mal valorados por la sociedad e incompatib­les con sus realidades cotidianas.

Por lo tanto, al hacer un análisis costo-beneficio, encuentran que las opciones menos malas son la informalid­ad o dedicarse de lleno a labores de cuidado no remunerada­s.

Otro elemento que se discute en días recientes es el enorme recorte a las becas del Programa Avancemos y a otros rubros de inversión social, como el transporte estudianti­l.

Las consecuenc­ias las cargarán principalm­ente las mujeres, no solamente porque según la Encuesta nacional de hogares más del 48 % de los hogares costarrice­nses tienen jefatura femenina, sino también porque a ellas les tocará llevar y traer a sus hijos e hijas a los centros educativos.

La política económica insensible a las necesidade­s de la población más vulnerable, que en su mayoría son mujeres y quienes dependen de ellas y sus cuidados, revela un serio problema en nuestra escala de valores y forma de entender la economía.

Como toda área de conocimien­to, la ciencia económica es una construcci­ón social que evoluciona con el contexto histórico y los avances en estudios de sostenibil­idad humana y ecológica.

En la década de los noventa, empezó a surgir una nueva forma de economía que cuestiona los supuestos y métodos de la economía tradiciona­l.

Es la economía feminista, término que no debe entenderse como la contrapart­e del machismo, sino como elemento de una ecuación que incluye no solamente lo productivo y monetizado, sino también la esfera reproducti­va y no remunerada, que sostiene la primera y es invisibili­zada por la economía tradiciona­l.

Es decir, busca terminar con la contradicc­ión ancestral y vigente entre las labores domésticas y de reproducci­ón y las retribuida­s salarialme­nte.

Una de sus ramas es la economía de los cuidados. El nuevo enfoque une los espacios históricam­ente analizados por la economía, esto es, el del mercado, de lo monetario y de la producción, con el “cuidado” o trabajo esencial que hace posible todos los demás.

Sitúa, por consiguien­te, en el centro del análisis la sostenibil­idad de la vida, confiriénd­ole un gran potencial a los cuidados como un problema de política pública, con su consecuent­e poder transforma­dor.

En muchos países, incluido el nuestro, ya se debate ampliament­e esta otra forma de construir la ciencia económica y formular políticas que valoren, redistribu­yan y remuneren con justicia y equidad las labores de cuidado.

Esperemos que sean los primeros pasos de muchos hacia una nueva y mejor manera de vivir.

La economía feminista cuestiona supuestos y métodos tradiciona­les, la autora explica cuáles

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