Mujer usa ‘ollillas’ y tarros para atender a su mamá enferma
Si tener que ir al trabajo sin bañar por falta de agua o tomar la decisión de dejar sin clases a los chiquitos porque el líquido no llega a la escuela es difícil, ahora imagine vivir con un enfermo en la casa que requiere cambio constante de ropa de cama y limpiezas varias veces al día, y no tener agua para estas delicadas tareas de cuido.
Vilma Alfaro Ruiz cuida a su mamá, doña Francisca, de 93 años. La señora padece las complicaciones de una demencia vascular que la tienen postrada en una cama desde hace varios años. Francisca depende 100% de los cuidados que le da su hija, quien tiene 65 años.
“Tengo unas palanganillas, unas ollillas y unos tarrillos plásticos. Recojo el agua con lo que puedo. La prioridad es ella”, dice doña Vilma, quien este lunes acumulaba cinco días sin una gota de agua para las necesidades más básicas de su mamá. Vive en Hatillo 8 hace unos 40 años, dice.
La señora recurrió a toallitas húmedas para limpiar a doña Francisca, pero son caras y no sabe cuánto tiempo aguantará con capacidad para comprarlas. El suyo es un hogar pobre, que depende para vivir de una pensión por viudez que recibe Vilma, y de otra del Régimen No Contributivo que le llega a doña
Francisca cada mes.
Afortunadamente, hace poco menos de un año, uno de los dos hijos de doña Vilma logró conseguir trabajo, y con eso terminan de redondear los ingresos. Se salvan porque no pagan alquiler. La casa es de doña Francisca.
“Cada tres horas hay que estar cambiando a mamá. Yo la aseo en la cama. Le cambio los pañales; hay que hacerlo seguido para que no se le compliquen las úlceras. Me prestaron un colchón que funciona con electricidad para prevenirle úlceras”, cuenta.
Nunca antes había faltado tanto el agua. “No hay ni una gota; la echan, pero son chorritos, y la quitan. Prometen que vuelve y la quitan y la echan... pero ¡mentira! No cumplen con el horario”, afirmó esta vecina de Hatillo.