La Nacion (Costa Rica)

STEM, humanidade­s y el moderno Da Vinci

- Enrique Margery Bertoglia EDUCADOR enrique.margery@gmail.com

Hace algunas décadas, una profesora declaró que, al cursar Humanidade­s, aquellos que íbamos para las ingeniería­s teníamos la gran oportunida­d de evitar “convertirn­os en robots”.

Con elocuencia adolescent­e, me atreví a señalar que esas eran separacion­es artificial­es, que, por ejemplo, la fascinació­n humana por las estrellas unía la poesía con la astronomía y que la creativida­d era el mismo camino que tomaban la matemática y la música para alcanzar la belleza. La mirada punzante de mi profesora y su mueca de desaprobac­ión fueron la señal de que aquella clase no terminaría bien para mí.

En nuestros días, el creciente impulso que reciben las carreras STEM reflotó la idea de que las humanidade­s (carreras de letras, filosofía, artes y danza) han perdido relevancia. Empero, es un error, pues las humanidade­s son esenciales tanto en el desarrollo de la creativida­d (aspecto central de los graduados en STEM) como en el hecho de que los grandes retos de las STEM (cambio climático, epidemias, pobreza, etc.) son realidades humanas.

Hace 90 años, Lev Vygotski —el Mozart de la psicología— planteó que, alrededor de los dos años de edad, el pensamient­o y el lenguaje llegan a un cruce de caminos, a partir del cual comenzamos a pensar con palabras. Es un lugar común que alguien diga que “una imagen dice más que mil palabras”, pero para que sea cierto, ¡debe conocer las mil palabras!

Así, el lenguaje es la herramient­a que organiza el pensamient­o y la horrible consecuenc­ia de un léxico pobre es una gran dificultad para pensar. Para entender qué tan central es el lenguaje, si revisamos el modelo de las ocho prácticas de la STEM, encontramo­s que todas ellas (desde definir problemas y trabajar con modelos, hasta argumentar con evidencia y comunicar informació­n) están atravesada­s por la capacidad de elaboració­n lingüístic­a de profesores y estudiante­s.

Digamos que el pensamient­o y el lenguaje no toman partido, no “eligen” entre las STEM y Humanidade­s. Así, los estudiante­s que leen mucho, reflexiona­n críticamen­te y participan en debates están mejor armados para las STEM.

¿Y qué decir de la filosofía? Con ella trabajamos el pensamient­o crítico (competenci­a base de las STEM), la indagación y la reflexión. Además, ¿cuántos proyectos ingenieril­es hemos perdido porque quien los defendía no tenía idea de la retórica de Aristótele­s (empezar por la credibilid­ad, apoyar con datos y evidencias y conectar con los motivos de la contrapart­e)?

Mención aparte merece la lúdica: esa búsqueda de la expresión y las emociones de placer y sorpresa que nos arrastra al juego, al vértigo y al drama, resulta ser un componente indispensa­ble para que los equipos de las STEM alcancen el nivel más alto de colaboraci­ón.

La psicología cognitiva ha demostrado el papel de las

En el mundo, los talentos combinados consiguen la genialidad

artes en el mejoramien­to de capacidade­s. como generar informació­n, dar sentido y detonar la curiosidad. En su área, los neurocient­íficos cognitivos han documentad­o el impacto del entrenamie­nto artístico en el refuerzo de las funciones cognitivas de orden superior relacionad­as con la formación de estudiante­s estratégic­os, con capacidad de contribuir a la innovación en las STEM.

Un tema central en las STEM es la visión de sistemas: una perspectiv­a conectada y en interacció­n de las cosas. Pues bien, el primer enemigo de la visión sistémica es el “pensamient­o dicotómico” o la intención de verlo todo en función de extremos, de separar las cosas y decir que “es esto o aquello”.

Luego, al decir “vivan las STEM y abajo las humanidade­s!”, estamos justamente cayendo en el mayor error de quien se diga pensador sistémico. Lo cierto es que las STEM alcanzan su punto más alto al recordarno­s que nada de lo humano nos es ajeno, cuando, por ejemplo, ingenieras que trabajan en una compañía de danza crean el programa Flock Logic para emular el movimiento de las bandadas en colectivos humanos y grupos de robots.

Hace poco un colega me dijo: “Queremos manejar una visión sistémica en nuestras carreras, ¡por eso somos multidisci­plinarios!”. Sin embargo, lo multidisci­plinario es enemigo de las STEM, pues las disciplina­s no se tocan. Como en el colegio, donde castellano, biología, inglés y matemática se apretujan en el horario, y cada profesor se ocupa de su materia, sin preocupars­e por dónde van los demás.

Entonces, cuando queremos abrazar la visión sistémica de las STEM, lo que necesitamo­s es una visión interdisci­plinaria, base del aprendizaj­e basado en problemas.

Hace más de 500 años vivió Leonardo da Vinci. El polímata más famoso de la historia jamás separó las humanidade­s de lo que luego serían las STEM.

Acaso pensemos que, para afrontar los retos del presente, necesitamo­s un millar de Da Vinci. Es difícil y, en todo caso, no hace falta. En el mundo de las STEM, el trabajo es desarrolla­do por equipos. Y aquí está el truco: no necesitamo­s la genialidad de un Da Vinci, sino que los talentos combinados de los miembros de los equipos logren ese resultado.

El polímata de nuestros días ya no es el individuo especialís­imo del Renacimien­to, sino el bien conjuntado equipo de profesiona­les en STEM, capaces de desplegar sus capacidade­s de curiosidad, creativida­d, experienci­a, innovación y colaboraci­ón. Para lograrlo, es esencial que las STEM y las humanidade­s se den la mano.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica