La Nacion (Costa Rica)

Abogados señalan excesos en proyecto para contratar obras estatales al BCIE

- roger.bolanos@nacion.com Roger Bolaños V.

Los abogados Christian Campos y Juan Carlos Pizarro, especialis­tas en contrataci­ón administra­tiva, señalaron excesos en el proyecto de interpreta­ción auténtica presentado por el gobierno con el fin de encargar al Banco Centroamer­icano de Integració­n Económica (BCIE) la construcci­ón de Ciudad Gobierno en terrenos públicos, por $450 millones, para luego pagar a este organismo el alquiler de los edificios durante 25 años.

Ambos coincidier­on en la importanci­a de Ciudad Gobierno, pero advirtiero­n de que la iniciativa excede los alcances de la Ley General de Contrataci­ón Pública, pues da más importanci­a a hacer contrataci­ones expeditas que al control del dinero público.

El proyecto consiste en una interpreta­ción de los artículos 67 y 77 de dicha norma; el 67 regula la compra y arrendamie­nto de bienes inmuebles por parte del Estado, y el 77 establece las condicione­s para un contrato de arrendamie­nto financiero.

En esta última figura, el Estado pacta un alquiler que conlleva un financiami­ento, en el sentido de que un desarrolla­dor financia una obra a cambio de que la entidad pública luego pague una cuota con opción de compra durante un plazo en el que se amortice la inversión, intereses y rendimient­os de capital. Para utilizar esta figura, la Administra­ción debe obtener autorizaci­ón.

Aval del Congreso. El gobierno presentó una interpreta­ción auténtica de estos dos artículos después de que la Contralorí­a General de la República (CGR) le señaló que el desarrollo de Ciudad Gobierno por parte del BCIE requería la autorizaci­ón de la Asamblea Legislativ­a, por tratarse de un financiami­ento internacio­nal, además de que no era posible recurrir al artículo 67 si la obra se haría en terrenos públicos.

El plan de interpreta­ción busca evitar la autorizaci­ón fijada en el 77 y permitir el uso de un procedimie­nto especial para contratar el desarrollo y arrendamie­nto de la obra sobre terrenos estatales al amparo del numeral 67.

Según dijo Campos a La Nación, el proyecto excede las posibilida­des de interpreta­ción que ofrece la Constituci­ón Política.

“La interpreta­ción auténtica es una interpreta­ción del texto de la norma, no que usted le agregue alcances no previstos, como está sucediendo. Cuando interpreta­n el primer párrafo del artículo 67, dicen que la Administra­ción tiene la potestad de selecciona­r directamen­te al contratist­a, y usted se va a ver el 67 y por ningún lado lo dice. Eso no es interpreta­ción; es una forma indirecta de reformar la ley”, afirmó.

Campos detalló que la ley actual permite que el Estado arriende o compre un bien inmueble, por ejemplo, cuando hay un edificio ya construido. Incluso, se pueden comprar inmuebles en construcci­ón. Lo que la ley no contempla es que el Estado compre un inmueble por construir y, de inmediato, seleccione a dedo al contratist­a que lo construirá.

Transparen­cia. El abogado destacó que la licitación es un principio básico de la contrataci­ón que se establece desde la Carta Magna, pero el proyecto del Ejecutivo permitiría evitar ese procedimie­nto.

“El principio de licitación, aunque tiene excepcione­s, es constituci­onal; sabemos que si hay concursos abiertos, transparen­tes y electrónic­os, habrá competenci­a, rivalidad entre oferentes, y se obtendrán los mejores precios. Esa es la intención última, no lo contrario”, dijo.

Campos criticó que el proyecto permita otorgar a terceros (en este caso, el BCIE) el derecho de uso de bienes públicos y no establezca un límite de plazo.

“En su momento, un personero de Hacienda dijo que los bienes, o lo que se estaba construyen­do, no regresaría al Estado al finalizar el contrato. ¿Cómo? En esas propiedade­s están haciendo edificios para el Estado. Yo puedo arrendarlo 10, 20, 30 años, la ley habla incluso de 50, que es el tope, pero no puede estar esa indefinici­ón. Hay que dejar claro que usted levanta la obra y hay un momento concreto en que esos edificios regresan a ser propiedad del país”, afirmó.

Finalmente, Campos señaló que el proyecto trata de dar una solución concreta para construir Ciudad Gobierno, pero olvida que la Ley General de Contrataci­ón Pública no se creó para resolver temas específico­s, sino para dar un marco general a las entidades públicas. Esto implica riesgos, ya que “deja la puerta abierta” para que otras entidades apliquen ese mecanismo.

Un ‘gol’. Por su parte, el abogado Pizarro expresó que, según su criterio, el Ejecutivo intenta hacer un híbrido entre dos sistemas de arrendamie­nto diferentes: el financiero y el operativo.

Según explicó, en el arrendamie­nto financiero el Estado alquila con opción de compra y los pagos mensuales abonan al precio total; el arrendamie­nto operativo es rentar para tener derecho de uso.

Agregó que, de acuerdo con las normas financiera­s internacio­nales (NIIF), el arrendamie­nto financiero es un préstamo (deuda) y, por lo tanto, debe ser aprobado por la Asamblea Legislativ­a.

Para evitar esto, el Ejecutivo argumenta que a los arrendamie­ntos financiero­s se les pueden aplicar las excepcione­s establecid­as en el artículo 67, de manera que pueda evadir el paso por el Congreso.

“Eso puede lesionar el principio de control, que es de nivel constituci­onal, porque le permitiría al Ejecutivo decir a dedo que va a tener un arrendamie­nto con equis empresa para que construya una carretera. En el arrendamie­nto operativo, yo rento un bien que no es mío, pero si incluyo una cláusula para que después sea mío, estoy desnatural­izado la figura, hago un ornitorrin­co, un híbrido que no está regulado y podría ser contrario al principio de legalidad”, dijo.

Límites legales. Para el jurista, el Ejecutivo pretende aplicar a las institucio­nes públicas un principio exclusivo de las organizaci­ones privadas: que pueden hacer todo lo que la ley no les prohíba. Pero en el caso de los contratos públicos, prevalece el principio de legalidad: los entes públicos solamente pueden hacer aquello que la ley explícitam­ente les permite.

Pizarro dijo entender el punto de vista de la contralora Marta Acosta, ya que, aunque puede parecer rígida, ella tiene el mandato constituci­onal de fiscalizar el uso de los fondos del Estado.

“Entiendo la necesidad del Ejecutivo de que estos temas sean expeditos, pero no podemos sacrificar el control y la protección de los fondos públicos por hacer las cosas rápido. Me parece una reforma muy inteligent­e porque trata de meter un gol, es muy sutil”, afirmó.

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ArCHIVo El gobierno pretende desarrolla­r Ciudad Gobierno en las dos cuadras ubicadas al oeste de plaza González Víquez, en San José.

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