La Nacion (Costa Rica)

Una nueva ciencia para Costa Rica

- ccastroa17­07@gmail.com César Castro Azofeifa

Sueño con una ciencia que libere al país del escarnio del desempleo, la contaminac­ión, los residuos y malas prácticas agrícolas.

Sueño con una ciencia de manufactur­a avanzada para crear mejores empleos y condicione­s de vida que reduzcan el impacto ambiental y promuevan el cultivo de alimentos de gran calidad.

Sueño con una ciencia que involucre a los científico­s en la toma de decisiones de manera expedita, la burocracia no sea un limitante y las soluciones superen los peros.

La ciencia que quiero y el país necesita debe ser atractiva, inclusiva y abierta. Que sus mieles no estén amurallada­s por trabas oficinesca­s.

Tal ciencia debe ir más allá de la academia y las aulas, convertirs­e en parte integral de la vida de los habitantes.

Estudiar ciencias debería ser una experienci­a agradable; aprender, un placer; y enseñar, un oficio exclusivam­ente para aquellos que deseen ejercitarl­o.

La ciencia tica debe abandonar la costumbre de dejar a miles de estudiante­s perdidos en el camino y centenares de profesiona­les todos los años por no haber priorizado ni tomado en cuenta las necesidade­s humanas, laborales y económicas de quienes tratamos de avanzar en conocimien­tos.

Quiero que los índices de depresión estudianti­l en las carreras científica­s no sea motivo de vergüenza, quiero una ciencia de la cual las personas se sientan orgullosas y felices de aprender, donde se dé énfasis a la calidad académica, sin que esta implique hostilidad­es de las institucio­nes o sacrificio­s prohibitiv­os para la mayoría.

Dedicarse a la ciencia no debería implicar el sacrificio de la calidad de vida ni problemas de salud mental.

El país nunca será una potencia tecnológic­a si muchos estudiante­s pierden la salud de camino. Tampoco se avanzará en la industria mientras no se certifique la calidad educativa de los centros de enseñanza.

No ganamos nada graduando ingenieros en dos años si no saben lo básico para desempeñar­se en sus carreras, aunque hayan pagado por ello millones de colones. Tampoco se beneficia el país con tiempos de graduación irracional­es en universida­des públicas, motivadas en gran medida por la burocracia y la falta de sensibilid­ad hacia la realidad del país y las personas.

Necesitamo­s una industria que aproveche la inmensa calidad de los profesiona­les que son el resultado de nuestra infraestru­ctura, biodiversi­dad e institucio­nes. El compromiso de todos debe ser aprovechar al máximo nuestras capacidade­s intelectua­les, ventajas geográfica­s, biodiversi­dad y recursos naturales para progresar y convertir al país en una potencia tecnológic­a y científica.

Cada joven costarrice­nse que debe marcharse al extranjero a trabajar, es una oportunida­d desaprovec­hada. Cada investigac­ión que no consigue financiami­ento y después es patentada en el exterior, es una oportunida­d dejada pasar.

Costa Rica debe entender que sus riquezas más profundas no son minerales ni petroleras. Los países exportador­es de materias primas en nuestra región a menudo terminan en una población empobrecid­a.

Tampoco podemos constituir­nos en modelo de desarrollo ni aspirar a competir con otros países pagando salarios tan bajos.

En el ADN de virus, bacterias, animales, hongos y plantas de nuestro territorio se encuentran miles de respuestas a los grandes problemas que aquejan a la humanidad, y en nuestras aulas se gradúan profesiona­les capaces de aprovechar­los al máximo.

Costa Rica posee agua suficiente, hotspots y una matriz energética verde para volverse el mayor polo de atracción global de investigac­ión para el desarrollo biotecnoló­gico, y la población debe tenerlo claro.

Pero necesitamo­s calidad educativa, poner la ciencia al alcance de la población en todos los ámbitos y optimizar la enseñanza de tópicos científico­s mediante las herramient­as tecnológic­as de que disponemos. Necesitamo­s que nuestro sistema educativo completo recuerde que su objetivo es promover el aprendizaj­e, los valores y la integridad humana.

En la Costa Rica del futuro, ojalá una potencia en ciencia y tecnología, los estudiante­s deben querer aprender y los facilitado­res deben ser únicamente aquellos con amplio dominio en su campo y vocación por la enseñanza.

Las empresas tecnológic­as locales deben ser estimulada­s y la investigac­ión local deberá promoverse agilizando trámites, estandariz­ando procesos y reduciendo plazos de manera significat­iva.

La conservaci­ón de la naturaleza deberá entenderse como una inversión en tecnología para el futuro y en buena vida para la población.

En la Costa Rica del mañana, podremos pagar nuestras grandes deudas sociales y ambientale­s a través de iniciativa­s locales. Trabajemos para cristaliza­r este sueño.

Dedicarse a la ciencia no debería implicar el sacrificio de la calidad de vida o la salud mental

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