La Nacion (Costa Rica)

Rehumaniza­r el servicio al cliente

- Víctor Chacón Rodríguez ECONOMISTA vchacon.cr@gmail.com

Quizás les haya ocurrido que para resolver un problema uno se comunica con una institució­n o empresa, pero nos remiten a un correo electrónic­o, una grabación telefónica o un WhatsApp.

Luego de marcar un rosario de dígitos y opciones, nos devuelven al menú inicial y quedamos atrapados en una espiral sin fin. Cuando no hay opción de ser atendido por alguien de carne y hueso, surge un sentimient­o de frustració­n. La tendencia en los últimos tiempos parece ser la reducción de costos y tiempos a toda costa.

Pero por más historial de casos, preguntas y respuestas frecuentes, siempre existirá la necesidad del usuario, o el deseo, muy humano, de plantear diversas perspectiv­as de un mismo problema (“y qué pasa si...”).

En tales situacione­s, también se espera una respuesta que surja de una comunicaci­ón auténtica.

La inteligenc­ia artificial (IA) es una herramient­a aún más elaborada, sorprenden­temente rápida en el procesamie­nto de múltiples datos y algoritmos. No obstante, puede dejar el desencanto de una solución insatisfac­toria.

Pese a su mayor sofisticac­ión en la reproducci­ón del lenguaje natural, en el fondo, la inteligenc­ia artificial carece de interacció­n humana. Quizás el consumidor debería tener la libertad y el derecho de elegir resolver sus inquietude­s con aplicacion­es tecnológic­as, conversand­o con un robot de IA o un colaborado­r real.

Algo parecido sucede con el teletrabaj­o. Ha permitido cumplir el principio de continuida­d del negocio, pero muchas entidades han identifica­do problemas de desconcent­ración laboral, débil cohesión y cultura organizaci­onal, y menor creativida­d en la solución de problemas espontáneo­s o en la generación de nuevas ideas.

Por esto, alrededor del mundo han sido notorias las entidades que vuelven a la presencial­idad o una relación híbrida más o menos presencial, según la naturaleza de la empresa.

Similar discusión existe alrededor de la recuperaci­ón de la empatía en el servicio al cliente, al atender dudas, problemas o quejas del usuario. Algunas empresas lo han captado, y están publicitan­do como elemento diferencia­dor la garantía de una atención individual y humana.

La virtualida­d y la automatiza­ción de procesos aplicadas al entorno laboral o al servicio al cliente posiblemen­te terminen adaptándos­e para convivir con la realidad inquebrant­able de que el ser humano es un ser social, pero además un individuo único, irrepetibl­e y cambiante. Lo dijo el filósofo argentino Jorge Livraga: “Nacemos maravillos­amente diferentes”.

Cuando no hay opción de ser atendido por una persona real, surge un sentimient­o de frustració­n

Si el cliente es verdaderam­ente rey, como rezan la misión y la visión que cuelgan en el portal de la mayor parte de las entidades, estas deben evitar perder la perspectiv­a a largo plazo por la inmediatez.

Caer en el frenesí del ahorro de costos, al delegar todo a aplicacion­es tecnológic­as sin dejar espacio para la interacció­n humana, podría llevar a la pérdida más dolorosa: el cliente.

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