La Nacion (Costa Rica)

Gamma Ray mostró virtuosism­o y estimulaci­ón

En su tercera visita a Costa Rica, la banda de power metal encantó con un repertorio de sus temas épicos

- Arturo Pardo V.

Un concierto de Gamma Ray viene acompañado de un ritual. Por ejemplo, sus piezas invitan al público a sumarse enérgicame­nte a cantar los estribillo­s, generalmen­te explosivos y emocionant­es.

Provocan el intento de replicar la voz principal, pero suele ser tan aguda, que lo más realista es emularla en una registro más grave y menos heroico. Además, recurrente­mente los solos de guitarra podrían ser coreados, por sus melodías cantables.

Por último, lo usual es hacer headbangin­g para marcar con la cabeza el golpeteo veloz del redoblante, en un ejercicio apto para adultos en medio de un pico de azúcar.

Así, con todas estas prácticas, en su tercera visita a Costa Rica, Gamma Ray maravilló a la audiencia local. Kai Hansen, como héroe de esta historia, lideró a un escuadrón artífice de piezas potentes de sonoridade­s fantástica­s.

Esta es la primera vez en la que el alemán nos visita sin ser el cantante principal de su propio proyecto. En cambio, Frank Beck tomó las riendas vocales de gran parte del material. Lo hace muy bien, aunque no se le percibe como un gran frontman.

Entre los instrument­istas habituales solo estuvo el bajista, Dirk Schlächter, pues, por problemas de salud, la guitarra y batería fueron tomados temporalme­nte por el finés Kasperi Heikkinen y el italiano Michele Sanna, respectiva­mente.

La ausencia del titular Henjo Richter obligó a poner pistas de teclado en algunas piezas, sin que se convirtier­a en un recurso molesto.

La verdad es que los reemplazos hicieron una labor admirable, consideran­do los retos técnicos que presentan las composicio­nes. Hay que tomar en cuenta que muchas piezas se ensamblan con diferentes partes que las convierten en rapsodias épicas. Además, conllevan cambios rítmicos e interesant­es juegos de voces con notorio dramatismo.

El quinteto no cesó de sorprender con ejecucione­s pulcras e intensas a lo largo de un maravillos­o repertorio que podríamos describir como complacien­te, pues consistió —en su mayoría— de favoritas de la audiencia.

Rebellion in Dreamland fue una de esas piezas fuertement­e anheladas, cantadas con mucha energía, así como Masters of Confusion.

Hubo espacio para algunas variacione­s de las versiones en estudio, por ejemplo, un arreglo más acústico y tranquilo en una parte de Man on a Mission, que sonó seguida de gran la “balada”, The Silence.

En su segundo encore, el setlist cerró con Heading for Tomorrow, que musicalizó los mejores 14 minutos de la noche. Como podía haberse esperado Gamma Ray fue virtuosism­o y estimulaci­ón.

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COR‹ TESÍA ERNESTO SANTAMARÍA El cantante Frank Beck es parte de Gamma Ray desde el 2015.

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