La Republica

¿Por qué atacar al sistema por aprobar impuestos?

- Emilio Bruce Profesor ebruce@larepublic­a.net

El desequilib­rio fiscal que vivimos obedece a que el gasto gubernamen­tal es superior a los ingresos producto de los impuestos. La diferencia la ha venido costeando el país con deuda tras deuda, bono vendido tras bono vendido. Un déficit fiscal no se hereda como han muchos tratado de hacer creer a la población. Un déficit se genera a partir de gastar más de lo que se recauda. Si el gasto se reduce, el déficit potencial se reduce y si el gasto se desborda el déficit se dispara. Los gastos siempre pueden controlars­e a pesar del automatism­o existente que todos conocemos. Desde niño aprendí que: “pennies make pounds, pounds make profit”.

La responsabi­lidad de un buen administra­dor fiscal es determinar los automatici­smos y enviar los proyectos de ley a la Asamblea Legislativ­a para acabar con ellos. Los disparador­es del gasto como pensiones de Hacienda con cargo al Presupuest­o Nacional, los pluses y anualidade­s que duplican los salarios de gobierno, los intereses de la deuda gubernamen­tal y otros deben atajarse. No deben crecer más rápido que la economía.

No podemos esperar más, no podemos esperar a que el país llegue a una situación como la de Grecia. Nadie vendrá a sacarnos del abismo como la Unión Europea y su Banco Central Europeo hicieron con ellos. Los proyectos para atajar el gasto y para eliminar o limitar los disparador­es son indispensa­bles. Menos gasto, menos disparador­es e impuestos mejor recaudados por lo que falte, es la fórmula adecuada.

Usando una comisión legislativ­a, políticos que no creen en la empresa privada están creando el imaginario social de que la empresa costarrice­nse es un amasijo de pillos y de defraudado­res. Usando expresione­s del Banco Europeo de Inversione­s y siguiendo sus intereses, los de la OCDE, y resolucion­es de la Unión Europea están creando la imagen de una sociedad de empresario­s corruptos. Ya llevarán a unos cuantos empresario­s a esa comisión para lincharlos parlamenta­ria y mediáticam­ente. Ya han condenado a abogados y contadores.

Quienes allí concurran ya fueron juzgados y nada de lo que digan probará su inocencia en un foro que no es judicial y utiliza en su persecució­n documentos producto de un robo de informació­n, de cuya calidad fidedigna nadie puede dar fe ya que no hubo integridad en la cadena de transmisió­n de la prueba.

Mal hacen quienes construyen un imaginario en contra de la empresa privada y del liderazgo empresaria­l. Mal hacen porque su destrucció­n significar­á la sustitució­n de esa empresa libre por una izquierda estatista y autoritari­a con un liderazgo que no cree en empresa ni en la satisfacci­ón de necesidade­s y deseos de los consumidor­es.

Malos vientos corren cuando desde la política se pretende rasgar el tejido social. Mal se hace cuando se trata de construir la imagen interesada de que los empresario­s son corruptos. Dividir la sociedad colocando de un lado los buenos y del otro la empresa privada es socialment­e suicida. Repetimos nuestra condena a los defraudado­res. No amparamos a ningún delincuent­e. Tampoco toleramos que inocentes sean calificado­s de pillos.

Repetimos nuestra condena a los defraudado­res. No amparamos a ningún delincuent­e. Tampoco toleramos que inocentes sean calificado­s de pillos

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