La Republica

ALICE BOLAÑOS Y FRANCISCO ESCOBAR, LOS RECORDAREM­OS SIEMPRE

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Con Francisco Escobar Abarca compartí cinco de los años más hermosos de mi vida. Gracias a doña Alice Bolaños de Thome me enamoré aún más del tenis. En estos días, descansaro­n en paz y rompieron mi alma.

Ese espíritu guerrero, esa gallardía en el rectángulo de tenis que los inmortaliz­ó en una de las ediciones más bravías de la Copa del Café, de los hermanos Fred y Kenneth Thome no fue regalada. Fue heredada.

La sangre “jala” y la casta de campeones de este par de admirables profesiona­les, que le hacen honor al deporte de los caballeros, se heredó de su abuelo materno, don Hernán Bolaños, uno de los primeros legionario­s del fútbol costarrice­nse en Chile y desde luego de su madre, doña Alice, campeona nacional de tenis con una prestancia y elegancia en la cancha, que siempre nos hizo evocar a la dama profesiona­l de este deporte tan hermoso, la señora Chris Evert.

Don Fred Thome fue muchos años presidente del Comité Organizado­r de la Copa del Café; su hijo menor Kenneth lo sustituyó con igual éxito en el puesto y doña Alice fue mano derecha de los dos.

La familia Thome Bolaños es una honra para el tenis costarrice­nse y ser amigo cercano de ella, un privilegio y un regalo que nos dio la vida y nuestra profesión. Una campeona juega tenis en el cielo.

Y de Francisco…¿qué no se puede escribir de este académico espectacul­ar?

Sociólogo de profesión, catedrátic­o universita­rio, inundó durante su vida los medios de comunicaci­ón con su talento, faro de denuncia, de opinión certera, directa y valiente, de conocimien­to total del tema.

Mi compañero de colegio, mi Bachiller Ángeles 60 debió ser Presidente de la República, pues reunía todas las cualidades del gran ciudadano. Miles de costarrice­nses, desde políticos, empresario­s, estudiante­s y obreros nos nutrimos de sus charlas y la riqueza de sus conocimien­tos.

Un salvaje atentado de unos delincuent­es por poco terminan con su vida; el trágico evento lo alejó de los grandes escenarios y quizá por eso falleció injustamen­te en el olvido. Francisco merecía un retiro profesiona­l más digno, más acorde con su aporte a la revolución intelectua­l de este país. Hace pocos meses me acompañó muchas horas a mi fiesta con la que celebré 30 años de sobriedad y estuvo radiante y feliz. Cantó, bailó y desde luego que se mandó el discurso de fondo, con su voz fuerte y sonora que ahora se apagó por siempre.

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ESTÁ DE LUTO
LA NOTA DE TANO ESTÁ DE LUTO
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