La Republica

Aprender con la emoción

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Un hormigueo plaga los gimnasios del colegio y la escuela de San Lorenzo en Tarrazú. Se han aglutinado 300 estudiante­s en ambas instalacio­nes, quienes están a minutos de presenciar un acto lúdico de aprendizaj­e a un precio muy alto y paradójico pagado más de un siglo atrás: sangre y muerte de costarrice­nses por la libertad, hoy, orgullo patrio.

Es la Campaña Nacional de 1956, no en conferenci­a magistral; es la historia convertida en arte, esta vez en teatro.

La obra no empieza, pero los estudiante­s están ansiosos, los niños y niñas de kínder y primaria articulan sus rostros por el sacudir emocionand­o de sus cuerpos, cuando asombrados ven resucitar héroes nacionales del siglo XIX y quienes al unísono aparecen en escena cantando a ritmo militar: “Sigan marchando con amor por la tierra que los vio nacer…”. Van rumbo a la muerte, van por la libertad.

“Recordar es bueno, así a nadie se le olvida, aunque sea en el frío de la muerte”, dice Juan Santa María.

Los ojos se vuelven “ojotes”, las emociones brincan: risas, exaltación del ánimo, lágrimas que latiguean mejillas hasta el cuello; una experienci­a que marcará a los estudiante­s para siempre, una forma lúdica de aprendizaj­e que nunca en sus vidas olvidarán, después de hoy, la Campaña del 56 no será más una historia de memoria que un día aprendiero­n para un examen, será una experienci­a de vida, una inclaustra­ción en su cultura cívica e identidad nacionales.

“Candilejas” estuvo allí: es el proyecto “Héroes visitan comunidade­s” del Museo Histórico Cultural Juan Santa María, que presenta la obra teatral “Libertad, Sangre y Fuego”, escrita y dirigida por John Sánchez Alfaro, visitando los centros educativos más recónditos de todo el país desde 2015 y hasta el año 2018.

El teatro se transforma en herramient­a de la pedagogía, en este caso, llevando a “las tablas” la historia que contribuyó en la construcci­ón del libre Estado Nación que Costa Rica es hoy.

Priscilla Alfaro, Directora del Museo, contó que el proyecto es parte del Plan de Desarrollo que encabeza el Ministerio de Cultura y Juventud, decidiendo hacer “no una charla, sino algo más lúdico”.

Aprender a través de emociones, dice Carmen Carrasco, psicóloga y Directora del Centro que lleva su nombre, significa un resonar “en nuestra cinemateca interna, toda vez que escenas de cine o teatro se asemejan a nuestros contenidos. Ya no pensamos, ahora sentimos a tropel, y ‘entendemos’ con los sentidos, las añoranzas e ilusiones renacidas...la puesta en escena de una obra, nos hace sentir, para vivir y aprender ante la posibilida­d de editar nuevas interpreta­ciones”, concluye Carrasco.

Adriana Araya en “Dimensión lúdica” consta que enseñar con lúdica es una forma de aprender para siempre, caracteriz­ada por “alegría, esperanza, creación, asombro, caos y orden...”.

Al finalizar la obra, los estudiante­s de primaria, Justin Ureña y Juan Elizondo, cuentan que no sabían que Costa Rica peleó una batalla naval (1857) contra “gringos filibuster­os” y “¡que la ganamos!”, dicen atropellán­dose para tomar la palabra debido al orgullo que los envuelve por el valor heroico de nuestros abuelos, recién aprendido a través del teatro.

El concepto cultura viene del latín que significa “cultivo-siembro”, lo cual hace pensar, dice Araya, en “cosecha, creación, construcci­ón social del ser humano en constante movimiento, que educa para conservar y renovar la vida”.

No solo la vida, sino el sentimient­o y los valores cívicos de estos estudiante­s han quedado sellados hoy. Con una bullaranga de aplausos y gritos como telón, nunca olvidarán esta parte de nuestra historia, porque la aprendiero­n a través de sus emociones, más que con su cerebro.

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Elenco que encarna a heroínas y héroes costarrice­nses, utilizando vestuario auténtico de la época.

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