La Republica

Divinidad y demonio

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Se cree que este animal no es real, sino un símbolo del Diablo, una imagen, un disfraz literario del autor del Génesis bíblico para referirse a este ser maligno; mismo que para civilizaci­ones tan antiguas como la egipcia y más recientes, nuestros indígenas borucas y bribríes, sería una deidad, un ser divino, sabio: es la serpiente.

El concepto bíblico –asegura Ariel Álvarezcho­ca con una gran dificultad, y es que en ninguna otra parte del Génesis se lo nombra al Diablo. Satanás es un personaje desconocid­o para los autores de los libros bíblicos más antiguos; por eso jamás aparece en el Pentateuco o Antiguo Testamento, ni en los libros históricos y proféticos. ¿Cómo podía conocerlo el autor del Génesis? Los actuales estudios bíblicos afirman, por lo tanto, que “aquí no se trata del Diablo”, asegura Álvarez.

Otros pensadores sostienen que la serpiente no es ningún personaje concreto, sino un símbolo de los malos deseos y de los placeres sensibles. Así, el pecado original habría consistido en una transgresi­ón de tipo sexual, y la serpiente no sería más que un símbolo sexual.

Algunos pueblos antiguos, como los cananeos, emplearon como símbolo de la divinidad a la serpiente, cuando para la sociedad contemporá­nea es un animal dañino, peligroso y hasta símbolo de encarnació­n satánica.

Los pueblos antiguos veían en ella tres cualidades: primero, la serpiente tenía fama de otorgar la inmortalid­ad, ya que el hecho de cambiar constantem­ente de piel parecía garantizar­le el perpetuo rejuveneci­miento. Segundo, garantizab­a la fecundidad, ya que vive arrastránd­ose sobre la tierra, que para los orientales representa­ba a la diosa Madre, fecunda y dadora de vida. Y, tercero, transmitía sabiduría; por eso, el Génesis la presenta como “el más astuto de todos los animales del campo” (3,1) .

Estas tres caracterís­ticas hicieron de la serpiente el símbolo de la sabiduría, la vida eterna y la inmortalid­ad, no sólo entre los cananeos sino en muchos otros pueblos, como los egipcios, los sumerios y los babilonios.

Para nuestros antepasado­s bribríes, tanto los espíritus buenos (SuL), como los espíritus malos (Bi), habitan las partes menos frecuentad­as del bosque; a veces son invisibles, y otros aparecen bajo la forma de animales como la serpiente.

Los borucas, cuentan la leyenda de “una mujer joven” -hace alusión a una mujer en edad para procrear-, la cual podría tratarse de una sacerdotis­a, pues ofrece a la divinidad serpiente una bebida sagrada: chicha, al modo de una libación, “lo que podría considerar­se un ritual de fertilidad toda vez que la cueva –en la que se esconde el reptil- constituir­ía el espacio sagrado en el que se realiza la invocación de la divinidad y la mujer ríe, como producto de un estado extático provocado por la ingesta de chicha. Incluso, se podría tratar de una deidad oracular, como lo es Pitón en la mitología griega, divinidad que revela sus designios a través de una sacerdotis­a en estado narcótico: la pitonisa”, asegura Karla Chaves en “Historia de la gran serpiente”.

En la mitología indígena mesoameric­ana, especialme­nte los mayas, en su Códice de Dresde (libro más antiguo escrito en América conocido por los historiado­res), dedican uno de sus diez capítulos, el número seis, a la serpiente: “números serpiente”, pilares del universo que indican eventos míticos para un período de 30.000 años.

Divinidad o demonio, este animal, sin patas, es parte de nuestra cultura y de la cultura universal. Ha sido una especie de Jano, dios de la mitología romana con dos caras, en el caso de la serpiente, una de dios y otra de Satán, símbolo de todo mal.

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La serpiente continúa jugando un papel fundamenta­l en el cristianis­mo, pero también en las civilizaci­ones antiguas como la egipcia y en nuestra cultura indígena.

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