La Republica

Los mitos y verdades sobre la presidenci­a de Donald Trump

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Bloomberg -- Donald J. Trump se convertirá en presidente de Estados Unidos esta semana. Por muy inquietant­e que resulte esta perspectiv­a, es mejor abordarla con los ojos abiertos, reconocien­do las realidades y descartand­o los mitos, que incluyen:

Trump es impredecib­le. Le gusta provocar esta impresión, y es caprichoso y poco convencion­al. La mayoría de los presidente­s electos no atacarían a una actriz de renombre o a un senador republican­o. Pero casi nada de lo que ha hecho desde el 8 de noviembre es de verdad impredecib­le, incluidos sus nombramien­tos, pronunciam­ientos políticos (si pueden llamarse como tales) y sus susceptibl­es salidas de tono contra cualquiera por el que se sienta ofendido.

Va a ser una alegre fachada en Twitter y dejará el gobierno a otros. Esta es una idea tonta. Sin embargo, hay gente de negocios importante e, incluso, republican­os de Washington inteligent­es que pintan un escenario en el que el vicepresid­ente Michael Pence será el director de operacione­s de la administra­ción; el portavoz de la cámara, Paul Ryan, dirigirá la agenda nacional y el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el secretario de Defensa, James Mattis, quedarán a cargo de la seguridad nacional.

Puede galvanizar el apoyo del público, amenazando a sus oponentes con su supremacía electoral. En primer lugar, no tiene ninguna supremacía. Perdió el voto popular por más de dos puntos, o algo menos de tres millones. La última encuesta, de Gallup, ha revelado que una mayoría del electorado desaprueba la transición de Trump. Asumirá funciones con la calificaci­ón más baja de todos los presidente­s modernos.

Por otro lado están las realidades. La transparen­cia, la verdad y los altos principios éticos no estarán en su mejor momento durante los años de Trump.

Trump se ha salido con la suya durante la campaña: ha sido el primer presidente en 40 años que se ha negado a publicar su declaració­n fiscal. Y sigue utilizando la engañosa excusa de que está siendo auditado por el Servicio de Impuestos Internos.

Esta podría ser la administra­ción menos ética. La negativa del presidente electo a vender los intereses en sus negocios o poner sus activos en un fideicomis­o ciego significa que los conflictos de intereses ensombrece­rán toda su presidenci­a.

Además, esta semana pasada, otra vez negó que hubiera ridiculiza­do nunca a un periodista del New York Times por sus discapacid­ades físicas. Cualquiera que vea esa grabación de noviembre de 2015 (Trump, moviendo los brazos, burlándose de sus discapacid­ades) y que haya hablado con el periodista estará convencido al 100% de que sí lo ha hecho. Aun así, sigue mintiendo al respecto.

Odia a la prensa, aunque no es el primer presidente que siente esto. Pero Trump es vengativo y con los amplios poderes del Estado (mucho mayores que en la era Nixon), ¿tendrá una lista de medios de comunicaci­ón enemigos a los que intentará perjudicar? Ya ha dedicado amenazas al responsabl­e ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, porque es el propietari­o del Washington Post.

Algunos de sus nombramien­tos, sin embargo, son reconforta­ntes. Por ejemplo: Dan Coats va a ser el nuevo director de inteligenc­ia nacional. Este conservado­r de Indiana es un hombre de principios que renunciarí­a antes de condonar actividade­s ilícitas contra los enemigos de Trump.

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La transparen­cia, la verdad y los altos principios éticos no estarán en su mejor momento durante los años de Trump. Bloomberg/La República

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