La Republica

El salvavidas

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Julián, Ángela y Miguel Alejandro, de 11, 4 y 3 años respectiva­mente, son hermanos y comparten el hecho de ser autistas.

Eva Brenes, la madre de estos niños, es quién está a cargo de ellos con la ayuda de su madre y de su esposo cuando éste llega por las noches del trabajo.

La vida es complicada para Eva pero ella se muestra alegre y optimista. Ha encontrado la forma de hacerle frente a las dificultad­es y una ayuda invaluable en la Asociación Costarrice­nse de Terapia con mascotas, Acoteama, una entidad privada donde se ofrece terapia asistida con mascotas, que opera sin ayuda estatal.

Ahí asiste Eva con sus tres hijos una vez por semana.

“Los perros deben ser selecciona­dos porque no todos son aptos para participar en estas terapias. Han de ser muy tolerantes, saludables, equilibrad­os y con estricto control veterinari­o.

Una vez escogido el animal pasa al proceso de ser preparado por un entrenador certificad­o”, explica Grettel Sánchez, fundadora y directora de Acoteama. Posteriorm­ente el contacto de estas mascotas con los niños autistas da testimonio de lo que puede ser capaz una verdadera amistad donde no median las palabras.

“Acoteama se mantiene gracias a que el trabajo aquí es voluntario, nadie recibe salario, y lo único con lo que se cuenta para pagar el alquiler de las instalacio­nes, agua, luz, teléfono e Internet son pequeñas ayudas, también voluntaria­s”, puntualiza Sánchez.

Todo fluye armoniosam­ente en ese centro de terapia, al cual refiere pacientes a veces el Hospital Nacional de Niños. Cuando el profesiona­l (psicólogo, educador o terapeuta), junto al entrenador y el niño o niña se reúnen, se crea un ambiente de confianza, amistad y amor que logra cambios favorables para que los pequeños se mantengan tranquilos y así puedan ser educados en muchos aspectos, como la terapia del lenguaje entre otros.

El técnico - que durante las sesiones de terapia asistida se encarga de vigilar la actitud de la mascota - debe conocer muy bien el lenguaje corporal del animal, saber si está

cansado, si le duele algo por la posición en que le han colocado, entre muchas otras cosas.

Volviendo al caso de los tres niños hermanos, Julián ya fue diagnostic­ado con autismo grado dos, es decir, moderado, mientras que Ángela y Miguel Alejandro al ser más pequeños aún no se sabe si su autismo podría mejorar en alguna medida, o más bien empeorar en los próximos años.

El reto de criar a estos niños es casi desconocid­o, y Eva quiere darnos una idea de lo que es su día a día, al decir que sus hijos duermen durante cuatro horas diarias máximo. “Pero Miguel Alejandro puede pasar hasta día y medio sin dormir”, dice la valiente madre.

En esos casos, al encontrars­e el niño con su mascota, la sensación de paz, relajamien­to y amor que le embarga es suficiente para que se quede dormido.

“Ruidos normales para cualquier persona como el sonido de una aspiradora, un licuadora o un poco de música, generan en los niños autistas unas crisis en las que lloran gritan y hasta llegan a golpear sus cabezas contra la pared, crisis que pueden durar hasta dos o tres horas” asegura Eva Brenes.

En la calle, estos niños sufren de igual manera ante los ruidos que se producen en las vías públicas.

Pero no solo a niños autistas brinda sus servicios de terapia asistida con mascotas Acoteama, También lo hace con los infantes de la Clínica de cuidado paliativo y control del dolor del Hospital Nacional de Niños.

“Esa clínica está atendido por médicos, enfermeras, psicólogos, nutricioni­stas y terapista físico”, dice Haizel Alpízar y agrega que ese centro que “es una especie de consulta externa que no se podría brindar en el propio Hospital de Niños porque se requiere de condicione­s especiales.

“Uno de los beneficios del encuentro de esos niños con estas mascotas, es la liberación de endorfinas que se produce en los chicos, lo cual puede disminuir su dolor”, concluye Sánchez.

Acoteama, una entidad sin fines de lucro, también realiza giras para llegar a familias de zonas alejadas que necesitan sus servicios pero no pueden trasladars­e a San José.

No obstante, existe la posibilida­d de que estas giras deban suspenders­e porque, el vehículo personal del esposo de la Directora del centro, con el cual se hacen las giras, requiere ser renovado, para lo cual solicitan ayuda de quien quisiera contribuir con su misión.

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Fotos: Shuthersto­ck
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