El vino y sus procesos de fermentación
La fermentación maloláctica produce dióxido de carbono, al igual que la alcohólica, pero en menor medida, de ahí su nombre. Es buscada y apreciada en lugares del mundo donde el frío hace que las uvas tengan una acidez muy elevada, de manera que este proceso la baja de 1 a 3 gr/Lt, volviéndolas suaves y cremosas. En ese proceso el ácido málico se convierte en ácido láctico; el primero se encuentra en las manzanas verdes, mientras que el segundo brinda un perfil de aromas como yogur, crema dulce, queso, leche o mantequilla, muchos aromas que permiten disfrutar de un vino muy particular. También permite crear un maridaje espectacular con platos con esas mismas características, como pastas con crema o mariscos salteados con mantequilla. Si el vino pasó por el proceso de fermentación maloláctica dentro de una barrica, a los aromas antes mencionados se sumarán los que le aporte el tanino del barril. Si fuera francesa serán de almendra tostada, clavo de olor, pimienta tabaco; si fuera americana, coco, ahumado, vainilla, y chocolate amargo. Si usted quiere convertirse en un experto en vino, puede hacerlo a nivel profesional en el Instituto Politécnico Internacional, donde se imparte la carrera de sommelier. La Facultad de Gastronomía y Artes Culinarias, fundada en 2009, desde su creación se ha fortalecido con alianzas con instituciones como la Escuela Argentina de Sommelier, para ofrecer cursos especializados en la cultura de los vinos.