Leasing: cuotas antes de ser propietario
El leasing sigue siendo una elección muy atractiva para adquirir vehículo, más que la mayoría de las entidades financieras la ofrecen.
Este, al igual que un renting, corresponde a un contrato de alquiler, con la diferencia que tiene opción de compra y es de mayor plazo (casi siempre entre cinco y siete años).
Al igual que en renting, el carro no queda a nombre suyo,
sino de la entidad bancaria con la que realizó el leasing; no obstante, cuenta con la diferencia que, en este caso, sí debe pagar una prima del 10 % al 15 % del valor del carro, ya sea seminuevo o nuevo.
Este tiene dos modalidades, si es financiero (primera modalidad), los intereses de la cuota mensual los puede deducir del impuesto de renta y el pago del seguro.
Mientras que, en función financiera, opción usada por las empresas y profesionales independientes que tributan, la totalidad de la cuota sí se puede deducir, hasta un máximo del doble de la depreciación; asimismo, permite la renovación.
Además del leasing como una figura financiera para adquirir vehículos en arrendamiento, recientemente ha surgido la opción del renting.
Ambas elecciones son muy similares, pues buscan financiar la adquisición de un bien por un plazo determinado.
De esta forma, quien adquiera sus vehículos tiene la certeza de contar con unidades nuevas, lo que le permitirá brindar un servicio óptimo.
También, existen beneficios fiscales por usar esta posibilidad, ya que el vehículo no se considera un activo, sino un gasto para el usuario.
La gran diferencia radica en que el renting es una modalidad en la que el cliente no asume personalmente gastos del vehículo, como el mantenimiento o el pago del derecho de circulación, sino que todos esos gastos van incluidos en la cuota.
Es decir, se trata de una renta del vehículo, pero a un plazo largo, y no por unos días como usualmente se concibe dicho servicio.