NOTA DE TANO
En el béisbol profesional, específicamente el de las Grandes Ligas, se distingue mucho y se le hace bulla mediática a los lanzadores que logran un juego perfecto.
El juego perfecto es cuando el “pitcher” saca los 27 outs, sin que ningún beisbolista rival llegue a la primera base. Luego está en orden de relevancia el juego sin hits, ni carreras.
El lanzador no permitió imparables, no le hicieron carreras, pero concedió una o más bases por bolas. Con solo que un “pitcher” de una base por bolas, ya el juego no puede ser perfecto.
Lástima que en el fútbol no se distinga a jugadores que cumplen juegos perfectos. Decimos esto porque en la jornada cinco del Apertura, hubo dos futbolistas que juegan la misma posición en sus equipos que cumplieron un partido perfecto:
Michael Barrantes del Saprissa en el clásico y Mauricio Montero del Cartaginés ante el Herediano.
Son dos volantes centrales que, aunque técnicamente no son de similares características, saben su oficio y cumplen muy bien en esa posición.
Barrantes es más técnico, tiene mejor remate, es volante con gol y es un futbolista de nuestro medio totalmente consagrado como seleccionado nacional, legionario y mundialista.
Montero no ha corrido con la misma suerte y nos parece que ha sido injustamente valorado por los técnicos que lo enfrentan.
“Chunchito” ha sido indiscutible titular en su trayectoria, en ocasiones de ida y vuelta en equipos como el Cartaginés, donde se formó en la U-17 en la temporada 2007; pasó a Pérez Zeledón, regresó al cuadro de la Vieja Metrópoli, luego dos temporadas en la segunda con Aserrí y Orión y después cuatro campañas de consolidación con la UCR.
Para la temporada 2016, Montero pasó con un pequeño grupo de compañeros celestes al Alajuelense, a pedido de José Giacone. El paso de don Pepe fue efímero y la aventura de los jugadores celestes en el León abortó.
Le faltó visión al nuevo cuerpo técnico manudo, para desprenderse de uno de los mejores volantes centrales de nuestro fútbol.
Montero es rey de la ubicación, perro de traba en marca y sólido peón en la generación de fútbol. El balón nunca le quema. Siempre lo busca.
Mauricio regresó a la U, pasó dos campañas con Guadalupe y hoy es pieza vital en el engranaje de este Cartaginés invicto en el certamen.
Duele observar que a este tipo de futbolistas grandes en el zacate pero de bajo perfil, los técnicos de la Selección Nacional ni los vuelven a ver.