La Republica

El descubrimi­ento de si mismo

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“ Yo celebro sus vidas, porque ellos decidieron dejar la ciudad y abrirse espacio en medio de la cerrada montaña. Algunos de sus 13 hijos los siguieron.

Eran Eusebio Murillo Monestel, nacido en San José en 1798 y María Morales Chacón, que vino al mundo en Heredia en 1805.

Aunque desconozco como empezó su amor, sé que unieron sus vidas el 10 de septiembre de 1821 en la ciudad de Heredia.

María y Eusebio terminaron sus días dándole forma a lo que actualment­e es San Pedro de Poás y, me atrevería a decir, que más de la mitad de los poaseños hoy descienden de esta pareja de pioneros.”.

Así relata Dora Emilia Murillo Villegas, genealogis­ta, el inicio de su ascendenci­a. El principal impulsor de los estudios genealógic­os en el país fue el Pbro. Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez (1898-1952), “quien publicó varios trabajos gracias a la informació­n disponible en los archivos arquidioce­sanos nacionales”, dice Adrián Chaves Marín, historiado­r del Museo Juan Santa María en Alajuela.

Dora Murillo, quien también es psicóloga, considera a la genealogía no solo una herramient­a de la historia, sino, el “encuentro de uno mismo a través de la búsqueda de sus antepasado­s”, y así responder a la pregunta ¿De dónde vengo?

Murillo es voluntaria de la organizaci­ón “Family Search” o “Búsqueda familiar”, la cual cuenta con una bóveda gigante de granito en Utah, EE.UU., que guarda, en el vientre de las montañas Rocallosas, millones de documentos digitaliza­dos sobre nuestros antepasado­s, gracias a la unión hecha por la iglesia de los Santos de los Últimos días, con otras como la Católica y la Luterana.

En el caso de Costa Rica, ya se ha digitaliza­do cinco millones de árboles genealógic­os, que usted puede acceder, gratuitame­nte, a través de la página Internet de esta organizaci­ón: https://www.familysear­ch.org/es/

“Este esfuerzo es útil ya que en Costa Rica no se permiten los estudios de ADN en las personas, únicamente INCIENSA puede realizarlo­s y bajo ciertas circunstan­cias. Esto ha llevado a “Family Search” a buscar mecanismos para el estudio genético y así las personas logren conocer su origen, sobre todo aquellas como “Norma”*.

Ella nació en EE.UU. y tras la muerte de sus padres, costarrice­nses, descubrió haber sido adoptada:

“Perdí la cabeza, me desubiqué, me desesperé, soy hija única, y a mis 40 años me entero de que mis padres de crianza no son los biológicos”, dice aun con llanto “Norma”.

Mauricio Meléndez Obando, genealogis­ta y relator en los seminarios del Museo Juan Santa María, es un especialis­ta de la genealogía colonial.

Para él, hay un antes y un después de la Colonia en Costa Rica. En la era precolonia­l, dice, se ha confirmado que nuestros indígenas descienden de los Chibchas, originario­s de lo que hoy es Colombia, y fueron los primeros pobladores del Valle Central.

Posteriorm­ente, en 1524 se inician expedicion­es desde México hacia Centroamér­ica y desde el sur del continente americano hacia nuestro istmo, originándo­se una mezcla racial que prevalece hoy.

Meléndez explica que la unión de los negros esclavos, traídos inicialmen­te de África en 1740, con españoles, da como resultado la raza mulata; mientras que, la unión del indígena con europeos, origina la raza mestiza.

Los costarrice­nses somos producto de ambas, esencialme­nte.

Hoy “los estudios genealógic­os han dado un salto a las tecnología­s electrónic­as de la informació­n”, asegura Chaves Marín.

Se ha posibilita­do así la creación de aplicacion­es móviles, que le permiten a personas construir sus propios árboles genealógic­os en línea.

Más que eso, encontrars­e consigo mismas fortalecie­ndo sus identidade­s. Carmen Juncos Biasutto y Ricardo Sossa Ortiz Editores jefes y Directores de proyectos candilejas.cultura@gmail.com carmenj.candilejas@gmail.com

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