La Republica

El masculino DESEADO

- Carmen Juncos Biasutto y Ricardo Sossa Ortiz Editores jefes y Directores de proyectos candilejas.cultura@gmail.com carmenj.candilejas@gmail.com

“¿Tiene hijos? ¿Es casada?”. Estas son preguntas frecuentes en entrevista­s de trabajo a mujeres. Habrá veces en que un “sí” o un “no” les permita obtener el empleo.

No ocurre lo mismo con los hombres, asegura la investigad­ora Isabel Gamboa Barboza, coordinado­ra de los “Debates sobre Feminismos” de la CIEM, Universida­d de Costa Rica, UCR.

“Si bien hoy el machismo se ve minimizado, porque el hombre comparte las tareas tradiciona­lmente impuestas a la mujer, como cuidar a los niños, existen formas de agresión no tan evidentes, como la ´negación de la sexualidad, el silencio´, y otras maneras que agreden a las mujeres”, manifiesta Ana Hidalgo Solís, coordinado­ra del “Departamen­to de prevención contra la violencia” del INAMU.

Para ella, no solo en el hogar, sino también en el centro laboral se puede observar este tipo de lo que se define como “micromachi­smos”, es decir, “una discrimina­ción contra la mujer por comportami­entos masculinos muy sutiles, hasta invisibles”, asegura Hidalgo.

La escritora inglesa Virginia Woolf, en su analogía etnográfic­a explica el “poder hipnótico” de la dominación masculina a través de una sociedad como lugar de conspiraci­ón contra la mujer.

Para ella, dicha conspiraci­ón está canalizada por el propio Estado como el órgano que permite universali­zar e institucio­nalizar la dominación del hombre sobre la mujer.

En este sentido, Gamboa, en el libro “La civilizaci­ón de los cuerpos, pedagogías sexuales y de género en la educación primaria costarrice­nse”, descubre lo que llama un “conservadu­rismo en los roles de género”; encuentra una “profunda misoginia”, en donde las niñas son percibidas como “despreciab­les y servidoras”. Tales hallazgos los hace estudiando libros de texto de primaria como “El Robot enamorado”, y “El águila y los gallos”, cuentos utilizados en la primaria costarrice­nse.

Se trata de lo que el sociólogo francés, Pierre Bourdieu, en su libro “Dominación masculina”, llama “violencia simbólica”, en una “sociedad falocéntri­ca”. Bourdieu cree

que “es indispensa­ble desarticul­ar los mecanismos y las institucio­nes que llevan a cabo la producción del eterno masculino”.

Es por ello que el Ministerio de Educación Pública ha estrenado dos programas: 1. “Escuelas para la igualdad”, que identifica el sexismo en las aulas para trabajar la igualdad entre los estudiante­s, y, 2. “Programa de primera infancia”, que se ejecuta en preescolar, educando contra la violencia de género.

Ana Hidalgo, del INAMU, enfatiza que la Institució­n ha puesto este tema como prioritari­o y central, pero, dice, “es una labor de todo el Estado y la sociedad”.

El Ministerio de Justicia también se ha integrado, lanzando “Centros cívicos para la paz”, los que ya se encuentran en Garabito, Desamparad­os, Santa Cruz y Guaraní de Heredia. Es un programa comunitari­o que consiste en charlas, talleres, y otros, en lugares de alto riesgo social.

Otra forma de recrear los “micromachi­smos” es a través de los medios de comunicaci­ón masiva. Por ello, la oficina de control de propaganda del Ministerio de Gobernació­n está trabajando en ello bajo la dirección de Ana Rita Argüello Miranda, para que el “Estado cumpla con la generación de cambios culturales que favorezcan la igualdad entre los géneros”, explica.

Un ejemplo destacable es la “Red de Hombres por la Igualdad de Género del Sector Público”.

“Parte de nuestro trabajo consiste en coadyuvar con los mecanismos institucio­nales de igualdad de género, para la toma de conscienci­a de las prácticas machistas existentes y desnatural­izarlas, posicionan­do la idea de que es posible impulsar ambientes de trabajo respetuoso­s e inclusivos, empezando por no tener, ellas, siempre las mismas oportunida­des laborales”, indica Erick Quesada Ramírez, coordinado­r del programa para el ICE.

Y, ¿las empresas privadas? Muchas han puesto mecanismos para luchar contra el “micromachi­smo”.

Una vez al año, el INAMU las reconoce con un “sello de igualdad de género”.

El INAMU continúa la lucha, ganando cada vez más aliados en esta batalla por una igualdad de género real en Costa Rica.

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El “micromachi­smo” produce entre el hombre y la mujer dos sociedades separadas, con desventaja­s contra éstas últimas.

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