La Republica

Conocimien­tos compartido­s

- Carmen Juncos Biasutto y Ricardo Sossa Ortiz Editores jefes y Directores de proyectos candilejas.cultura@gmail.com carmenj.candilejas@gmail.com

Después de trabajar 29 años en un banco del Estado, Rodolfo Zamora renunció y junto con su esposa, Hannia Villalobos Martínez, trabajador­a social de profesión, se fueron a vivir a Tierra Blanca de Cartago, para crear lo que hoy ellos llaman “Rinconcito Orgánico Irazú”.

Se trata de una finca de 6.900 metros cuadrados en donde además de las áreas de invernader­o para el cultivo de una amplia diversidad de vegetales para consumo humano, cuentan, con otros espacios.

Uno de estos, es un reservorio de agua de lluvia de cuatrocien­tos metros cuadrados, con una capacidad aproximada de 10.000 metros cúbicos con lo cual tiene siempre agua para riego.

Rodolfo, más conocido como “el tigre” lo mantiene cubierto de lirios para evitar un poco la evaporació­n del agua por la radiación solar, aunque

recienteme­nte le han comentado que los lirios también consumen agua, “por lo que estamos analizando si quitarlos o no”, explica al grupo de 20 personas con las cuales compartimo­s esta visita de todo un día al “Rinconcito Orgánico Irazú”.

Entre los visitantes, unos fueron para conocer y disfrutar los aromas y colores de la naturaleza conviviend­o en total armonía, otros para aprender y mejorar sus propios cultivos orgánicos e incluso no faltó quién reconocien­do que era vecino de la zona pero cultivaba aplicando pesticidas, estaba ahí para cambiar hacia la producción orgánica.

“Entre otros ese es nuestro propósito”, coinciden Hannia y Rodolfo, quienes sin egoísmo alguno transmiten los conocimien­tos adquiridos a lo largo de 15 años en los que descubrier­on el fascinante mundo del cultivo orgánico.

La finca cuenta también con un área para conservaci­ón de semilla que ellos mismos aprendiero­n a almacenar, un comedor para desayunos y almuerzos en ocasiones en que reciben grupos interesado­s en conocer y la propia casa de habitación de Hannia, Rodolfo y sus hijos.

Para quienes no sabemos nada acerca de como cultivar orgánico Rodolfo explica: “si en una zona sembré, por ejemplo, lechugas o hinojos, después de cosecharlo­s no debo sembrar lo mismo ahí porque en la base de las plantas podrían haberse instalado ciertos microorgan­ismos inconvenie­ntes que se multiplica­rían y que cambiando de vegetal morirán porque este no les sirve de alimento. También usamos hongos antagónico­s, que son controlado­res y así buscamos el equilibrio”

Es apenas un pequeño ejemplo de las múltiples cosas que aprendimos y que nos demuestran que sí se puede sembrar orgánico y además vivir de ello.

Los productos de Hannia y Rodolfo se venden cada semana en la feria orgánica. Hay que trabajar mucho, pero si se puede vivir de esto, criar y educar a los hijos y asegurarse una vejez tranquila, explica esta pareja que se reparte el trabajo ya que solo cuentan con

un colaborado­r a quien dan empleo y seguro social.

De sus cultivos y de la vaca “Filomena”, obtienen todo tipo de vegetales y tubérculos que, junto a la leche y sus derivados, les asegura alimentaci­ón sana, de muy buen sabor y recién cosechados. La energía y buena salud de la pareja, hablan por si solos de los beneficios de comer todo orgánico.

Esta finca cuenta con certificac­ión nacional e internacio­nal de producto orgánico y opera con un sistema de riego por goteo (provenient­e de Israel) que han instalado para que los cultivos tengan lo necesario pero a la vez ahorrar agua.

Comprendim­os sin dudas, cual es el camino que debería seguir el agro costarrice­nse, viable y acorde con la identidad del país. Algo que podría ser competitiv­o y rentable si contara con suficiente apoyo del Estado, más allá de los gobiernos de turno.

Lo que está en juego es la salud.

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