La Republica

Nadie se salvaría del impuesto a las transaccio­nes bancarias

Sectores advierten que desincenti­varía la bancarizac­ión y aumentaría la delincuenc­ia por el alto efectivo circulante

- Ronny Gudiño ronnygudin­o.asesor@larepublic­a.net

Sin importar si usted tiene una empresa o es asalariado, el impuesto a las transferen­cias financiera­s propuesto por el gobierno como parte del acuerdo con el FMI, tendrá efecto en sus finanzas.

Conocido también como Impuesto Tobin o Impuesto de Débito Bancario, su aplicación implica el cobro de una carga a todo retiro o transferen­cia bancaria.

Y es que por ser masivo, de fácil recaudació­n, –al no necesitar de una declaració­n– y de fácil identifica­ción del evasor, es que el FMI suele recomendar­lo.

La propuesta establece su aplicación de forma temporal por un periodo de cuatro años. Durante los dos primeros, se cobrará ¢30 por cada ¢10 mil de transacció­n y en los siguientes dos años, ¢20 por cada ¢10 mil.

Además, se aplicaría a todos los movimiento­s que haga de sus cuentas bancarias. Por ejemplo, si con su salario paga luz, agua, teléfono, realiza compras a través del mismo servicio bancario, le cobrarían por cada pago que realice.

También impactará al sector empresaria­l, pues deberá sumar este tributo al pago de proveedore­s, depósito del salario y demás transaccio­nes bancarias.

Un restaurant­e lo pagará si cancela el arroz, los frijoles, la carne, las verduras por transferen­cia, lo que afectaría al consumidor final pues el aumento en los costos de operación lo trasladarí­a al precio de los alimentos que vende.

“Causa preocupaci­ón y provocaría exclusión financiera”, advierte Annabelle Ortega, directora ejecutiva de la Cámara de Bancos.

Venezuela, México, Colombia y Brasil son algunos países que lo tienen implementa­do de forma fija, con un cargo entre un 0,25% y un 3%, aunque en un principio se habían aprobado temporalme­nte en algunos casos.

“Hay casos de que los bancos cargan spreads de tasas de interés más alta para recuperar la rentabilid­ad esto desestimul­a la inversión y el ahorro.

Algunos estudios informales señalan que crean un efecto inflaciona­rio del 2% al 3%”, mencionó Marco Vargas, contador de Vargas, Vargas & Asociados.

A su vez, se advierte que el impuesto va en contra de las recomendac­iones del Banco Mundial en cuanto a que el uso de tarjetas de crédito o débito, reduce el costo asociado al uso de efectivo en casi un 50% y se convierte en un mecanismo que facilita la inclusión financiera.

En esa misma línea, la Cepal sugiere que, en caso de aprobarse, debe ser a una tasa baja para no desincenti­var al consumo, aplicarse solo a los retiros no a los depósitos, tener claro cuál será el fin de esos recursos y establecer un grupo de excepcione­s a ciertas transaccio­nes.

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“Todas estas medidas en conjunto pueden causar un retroceso de años de esfuerzos por impulsar la bancarizac­ión a nivel nacional”, dijo Annabelle Ortega, directora ejecutiva de la Cámara de Bancos. Archivo/La República

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