La Republica

MARADONA NO HA ACEPTADO SU ENFERMEDAD

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Diego Armando Maradona es alcohólico.

No lo digo yo, lo dice uno de sus médicos, el Dr. Carlos Díaz, psicólogo y miembro del equipo médico que atendió al exfutbolis­ta en la Clínica Olivos, centro médico donde lo operaron exitosamen­te por un hematoma en la cabeza.

El médico de cabecera del “Pelusa”, Leopoldo Luque agregó que Diego, supuestame­nte sustituyó su adicción a la cocaína por el alcohol, que lo condujo a un consumo problemáti­co y poco controlabl­e. La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) ha sido tajante en calificar el alcoholism­o como una enfermedad y al alcohólico como un enfermo.

Entonces: Diego Maradona es un enfermo alcohólico, pero, como sucede en la mayoría de los casos, él no lo acepta, ni lo reconoce.

La informació­n internacio­nal nos narra que Maradona fue trasladado a Nordelta, un residencia­l privado en la localidad de Tigre, con el propósito prioritari­o de que inicie su recuperaci­ón en una residencia cercana a la de su hija Giannina. ¡Tremendo error de los médicos! Primero, porque Diego por ahora no ha aceptado ser alcohólico. No ha dicho que lo es y que voluntaria­mente se someterá a un tratamient­o. Son sus médicos, Díaz y Luque los que lo califican como alcohólico y claro que lo es, pero ningún tratamient­o va a funcionar sin la aceptación humilde del enfermo.

Segundo: este par de galenos, parece que ignoran que el alcoholism­o básicament­e es una enfermedad emocional, aparte de física y mental, además de incurable y mortal, de manera que al enfermo alcohólico hay que rodearlo y construirl­e un entorno que no lo afecte ni lo quiebre emocionalm­ente. Eso parecen comprender­lo los médicos cuando afirman que “la idea es que Diego esté rodeado por las personas más cercanas, porque esos vínculos van a poder ayudarlo a su recuperaci­ón, aparte de que sus hijas podrán controlarl­o”.

Pero, todo este entorno es ideal en una familia “normal”, pero el mundo sabe y conoce que la relación de Maradona con su exesposa y sus dos hijas es de perros y gatos, que no se hablan y existen demandas judiciales en las dos vías.

Diego habla públicamen­te pestes de sus hijas y éstas, más inteligent­es y comprensiv­as lo toleran.

Dudamos entonces que en ese pacífico vecindario de gente adinerada y residiendo cerca de una de sus hijas, enemiga pública, pueda Maradona hallar la paz y el equilibrio emocional, vitales y determinan­tes en el arranque de la recuperaci­ón de su enfermedad.

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A DIEGO LO LLEVARON A VIVIR “CON EL ENEMIGO”
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