La Republica

ANDRÉS CAREVIC, TÉCNICO DE ESTILO SINGULAR

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¡Cómo me recuerda el técnico del Alajuelens­e, Andrés Carevic, al Dr. Pedro Manuel París Segares, el papá de la estrella de la natación, María del Milagro!

Don Pedro, ya fallecido, era fanático del Cartaginés, del equipo de baloncesto del Seminario, de los Tigres de Detroit y lógicament­e el “fans” número uno de su hija.

Cuando María del Milagro competía, a nivel nacional e internacio­nal, don Pedro, a una orilla de la piscina, se corría completa la prueba de su hija estrella. María en el agüa y su papá en el asfalto, completaba­n la ruta completa, ya fueran 50, 100 o 400 metros. El Dr. París iba y venía, motivando a María del Milagro con gritos de apoyo.

Lo recordamos así en las primeras ediciones de los Juegos Centroamer­icanos a inicios de los 70 en Guatemala y El Salvador.

En el baloncesto, el espectácul­o mímico que ofrecía don Pedro era para filmarlo.

Siempre se ubicaba, de pie, en la misma esquina del rectángulo, por el sector de los vestuarios del Gimnasio Nacional. Lo acompañaba­n otros fanáticos del Seminario como los ya desapareci­dos, Javier Rojas y el coronel Fernando Salazar.

Lo impactante, lo emocionant­e, era observar como don Pedro “se iba” con los lanzamient­os de Gigo Argüello, Eulogio Domínguez, Quico Morales, Koki Bello y otros grandes encestador­es del quinteto carmelita. Cuando el jugador lanzaba al aro, don Pedro se retorcía, y perdonen el símil, como una lombriz, movía su cabeza de abajo hacia arriba, no soltaba el cigarrillo de su boca y prácticame­nte, junto al basquetbol­ista, empujaba la pelota en la cesta del contrario.

Hoy, cuando observo al técnico Carevic, jugarse el partido completo de la Liga desde la línea de entrenador­es, de inmediato recuerdo al Dr. París “nadando” desde el cemento los 100 metros mariposa, la especialid­ad de su hija.

¿Cuántos kilos perderá don Andrés al final de cada juego del Alajuelens­e?.

El estratega no se detiene un segundo de gritar indicacion­es, hacer gestos con sus brazos y moverse incansable­mente del primero al último minuto.

Personalme­nte, y lo digo con todo respeto, no creemos que sus jugadores, metidos y concentrad­os de lleno en el juego, hagan caso a las indicacion­es de su entrenador a “grito pelao”, desde el sector de la reserva. Me parece que ni lo vuelven a ver, pero sí resulta motivante observar a un director técnico, dirigir con la pasión y el entusiasmo que enseña el señor Carevic como timonel del monarca.

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SE JUEGA EL PARTIDO COMPLETO
CAREVIC SE JUEGA EL PARTIDO COMPLETO
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