La Republica

Acuerdo de Escazú atenta contra la seguridad jurídica, advierten empresario­s

Gobierno respalda el tratado y espera que diputados lo ratifiquen pronto

- Jeffry Garza jeffrygarz­a.asesor@larepublic­a.net

Hace tiempo no se mostraba un rechazo tan generaliza­do del sector productivo hacia un tratado internacio­nal como el que ha provocado el Acuerdo de Escazú.

Aunque su principal misión es resguardar los derechos de las personas defensoras del ambiente, en el fondo es una amenaza para la economía y la legislació­n nacional, advierten los empresario­s. ¿Por qué?

El argumento principal es que atenta contra la seguridad jurídica, introducie­ndo conceptos legales que podrían paralizar inversione­s si se presume que estas dañan el ambiente.

Por ejemplo, se invierte la carga de la prueba, es decir, si alguien es acusado de una falta ambiental debe probar que no está haciendo el daño.

“De esta manera, el acusador simplement­e afirma algo y la empresa tiene que demostrar que no está incurriend­o en la falta o el daño ambiental, desestiman­do la presunción de inocencia”, cuestionó Enrique Egloff, presidente de la Cámara de Industrias.

Otro aspecto que consideran inconvenie­nte es el surgimient­o de nuevas trabas burocrátic­as producto de una mayor participac­ión ciudadana en los procesos de tomas de decisiones.

El Acuerdo habilitarí­a un espacio para que los ciudadanos exijan acciones gubernamen­tales ante la presunción de un daño ambiental, sin respaldo técnico o científico, paralizand­o proyectos, alerta el empresaria­do.

Asimismo, en caso de una actuación u omisión del Estado que no satisfaga a un “defensor de los derechos humanos en asuntos ambientale­s”, puede convertirs­e en un litigio internacio­nal donde los órganos jurisdicci­onales del país carecen de competenci­a.

En este escenario, Costa Rica estará sujeta a una autoridad internacio­nal, como la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos, que decidirá sobre la interpreta­ción o aplicación del Acuerdo sobre el país.

Que se exceda la base normativa es el mayor temor del sector productivo, pues defienden que el país ya cuenta con suficiente legislació­n ambiental y constituci­onal para garantizar estos derechos y la participac­ión de todos los actores en la toma de decisiones, principalm­ente en los temas ambientale­s y de desarrollo sostenible.

Las cámaras de Industrias, de la Industria Alimentari­a, de la Industria del Plástico, de la Construcci­ón, de Turismo y la de Consultore­s Arquitectu­ra e Ingeniería son las principale­s opositoras al tratado.

También lo rechazan el Colegio de Geólogos, la Corporació­n Ganadera Nacional, la Cámara Costarrice­nse Norteameri­cana de Comercio y la Unión de Cámaras del Sector Privado.

No obstante, el Acuerdo tiene el apoyo del Gobierno y el presidente Carlos Alvarado tiene la esperanza de que los diputados lo voten de forma positiva para que Costa Rica lo ratifique, ya que entró en vigor el pasado 22 de abril.

Hasta la fecha lo han ratificado 12 de los 24 países que lo firmaron, lo que denota una clara división de criterios con respecto a su contenido.

El Acuerdo de Escazú adoptó su nombre en Costa Rica, en alusión a la ciudad donde fue firmado en 2018.

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El Acuerdo de Escazú divide opiniones entre el sector productivo y los ambientali­stas. Shuttersto­ck/La República

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