La Republica

Fundación Saprissa acoge inmigrante­s

NACIONES UNIDAS DESTACA EL TRABAJO DE FUNDACIÓN SAPRISSA CON NIÑOS MIGRANTES

- Walter Herrera walterherr­era.asesor@larepublic­a.net

El portal mundial de noticias de las Naciones Unidas publicó un reportaje titulado “Los niños migrantes juegan al fútbol en Costa Rica: ¡Esta SuperLiga sí que va!”, donde hace énfasis en la labor de la Fundación Saprissa con la niñez por medio del fútbol.

En la nota relatan la historia de Juan Diego, un niño venezolano que tuvo que dejar su país para migrar con su familia a Costa Rica.

Este menor entró al proyecto de la Escuela de Fútbol Valores Saprissa, una academia muy distinta a todas las demás, pues no solamente enseñan a pasar bien un balón, a sortear rivales o rematar a marco. El enfoque de la escuela se centra en el valor del compañeris­mo y en el apoyo al niño que no hizo bien el pase o a la chica cuyo remate salió desviado.

En alianza con la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s, el Deportivo Saprissa, a través de su Fundación, desarrolló este proyecto de Escuelas de Valores y en su primera apertura atiende gratuitame­nte a cerca de 50 niños y niñas costarrice­nses y migrantes del cantón capitalino de Escazú, divididos en categorías de 7 a 9 años, de 10 a 12 años y de 13 a 15 años.

A través de actividade­s deportivas y dinámicas de trabajo en equipo y reflexione­s, la escuela promueve el interés en los demás, la comprensió­n de la cohesión y el bienestar común.

Ayuda a entender que, para lograr el bien del equipo, cada uno de sus integrante­s es una pieza clave e importante que debe tener un espacio, que debe ser escuchado y atendidas sus inquietude­s y necesidade­s.

Juan Diego, migrante venezolano Juan Diego es un chico que parece ser como cualquier otro: tímido, amante del fútbol y con deseos de tener muchos amigos, pero basta unos minutos de conversaci­ón para darse cuenta de que es un chico fenomenal, pilas y avispado.

Hoy Juan Diego asegura que el fútbol le ha ayudado a ser un mejor estudiante, a tener más disciplina, a distribuir mejor el tiempo y a valorar la importanci­a de respetar a los demás y trabajar en equipo.

Pero no todo fue así siempre. Hace cuatro años no tenía muy claro por qué tenía que abandonar su hogar, su escuela y a sus amigos en su Venezuela natal.

En una conversaci­ón con Noticias ONU, recordó que un día de cielo azul, de esos en los que no hay sombra y el calor corta la respiració­n, tuvo que enfrentars­e a la realidad de dejarlo todo para construir una nueva vida junto a su familia en Costa Rica.

Fue duro para Juan Diego. Era empezar de cero. Pero como dice el mismo Juan Diego “yo sabía que era lo mejor para mí y para mi familia. Me llené de esperanza. Sabía que no me iba a pasar nada malo y que en algún momento ya no me iba a sentir solo y podría tener amigos”.

“Llegamos a este país sin nada. Tuvimos que adoptar medidas para sobrevivir: comer menos, reducir gastos, caminar más, pero conseguimo­s trabajo y logramos salir adelante. La solidarida­d de amigos y familiares nos ayudó mucho.”, cuenta Alberto, padre del chico, visiblemen­te emocionado.

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Fútbol Valores Saprissa. Shuttersto­ck/La República
Niños y niñas inmigrante­s entrenan gratis en la Escuela de Fútbol Valores Saprissa. Shuttersto­ck/La República

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