Fundación Saprissa acoge inmigrantes
NACIONES UNIDAS DESTACA EL TRABAJO DE FUNDACIÓN SAPRISSA CON NIÑOS MIGRANTES
El portal mundial de noticias de las Naciones Unidas publicó un reportaje titulado “Los niños migrantes juegan al fútbol en Costa Rica: ¡Esta SuperLiga sí que va!”, donde hace énfasis en la labor de la Fundación Saprissa con la niñez por medio del fútbol.
En la nota relatan la historia de Juan Diego, un niño venezolano que tuvo que dejar su país para migrar con su familia a Costa Rica.
Este menor entró al proyecto de la Escuela de Fútbol Valores Saprissa, una academia muy distinta a todas las demás, pues no solamente enseñan a pasar bien un balón, a sortear rivales o rematar a marco. El enfoque de la escuela se centra en el valor del compañerismo y en el apoyo al niño que no hizo bien el pase o a la chica cuyo remate salió desviado.
En alianza con la Organización Internacional para las Migraciones, el Deportivo Saprissa, a través de su Fundación, desarrolló este proyecto de Escuelas de Valores y en su primera apertura atiende gratuitamente a cerca de 50 niños y niñas costarricenses y migrantes del cantón capitalino de Escazú, divididos en categorías de 7 a 9 años, de 10 a 12 años y de 13 a 15 años.
A través de actividades deportivas y dinámicas de trabajo en equipo y reflexiones, la escuela promueve el interés en los demás, la comprensión de la cohesión y el bienestar común.
Ayuda a entender que, para lograr el bien del equipo, cada uno de sus integrantes es una pieza clave e importante que debe tener un espacio, que debe ser escuchado y atendidas sus inquietudes y necesidades.
Juan Diego, migrante venezolano Juan Diego es un chico que parece ser como cualquier otro: tímido, amante del fútbol y con deseos de tener muchos amigos, pero basta unos minutos de conversación para darse cuenta de que es un chico fenomenal, pilas y avispado.
Hoy Juan Diego asegura que el fútbol le ha ayudado a ser un mejor estudiante, a tener más disciplina, a distribuir mejor el tiempo y a valorar la importancia de respetar a los demás y trabajar en equipo.
Pero no todo fue así siempre. Hace cuatro años no tenía muy claro por qué tenía que abandonar su hogar, su escuela y a sus amigos en su Venezuela natal.
En una conversación con Noticias ONU, recordó que un día de cielo azul, de esos en los que no hay sombra y el calor corta la respiración, tuvo que enfrentarse a la realidad de dejarlo todo para construir una nueva vida junto a su familia en Costa Rica.
Fue duro para Juan Diego. Era empezar de cero. Pero como dice el mismo Juan Diego “yo sabía que era lo mejor para mí y para mi familia. Me llené de esperanza. Sabía que no me iba a pasar nada malo y que en algún momento ya no me iba a sentir solo y podría tener amigos”.
“Llegamos a este país sin nada. Tuvimos que adoptar medidas para sobrevivir: comer menos, reducir gastos, caminar más, pero conseguimos trabajo y logramos salir adelante. La solidaridad de amigos y familiares nos ayudó mucho.”, cuenta Alberto, padre del chico, visiblemente emocionado.