NOTA DE TANO
EL TUFO SELLA LOS MOVIMIENTOS DE LOS FUTBOLISTAS
Estados Unidos le dio a Rónald González el empujón que le faltaba para lanzarlo al precipicio. Una vez hundido en el abismo, quienes lo condujeron a la masacre, lo destituyeron.
Siempre será más fácil botar a uno, que a unos 40: el equipo completo que jugó la Liga de Naciones, el Comité Director, la Comisión Técnica y el Director de Selecciones.
La Nota de Tano que se publicó ayer, la escribimos antes del 4-0 y así lo explicamos. Pues bien, repásenla y verán que todos los temores se cumplieron.
Es fácil adelantar criterio, cuando el periodista está enterado de situaciones pavorosas que se dan en la organización de nuestro deporte favorito, cada una de ellas merecedora de un trabajo investigativo, desde luego no apto para comunicadores pensionados como el suscrito.
Lo frustrante, lo decepcionante, lo que duele, es observar, por ejemplo, en qué terminó el brillante trabajo investigativo que hizo La Nación, junto al colega y abogado Amado Hidalgo, sobre las oscuras relaciones entre Fuerza Herediana y el equipo de Grecia. Las “sentencias” fueron un plato de babas y quienes debieron ser expulsados del templo, continúan haciendo las mismas travesuras como si nada.
El fútbol de Costa Rica está contaminado, repleto de dirigentes en todas sus esferas carentes de ética y honestidad. Hay un “mundillo” de personajes que se mueven en ese negocio de componendas, compra de votos, repartición de puestos, premiaciones con viajes, que intoxican su desarrollo.
El mal olor se extiende y el excremento asfixia el olfato, nubla la mente, sella los movimientos. Este tufo alcanza indirectamente a los integrantes de la Selección Nacional,
empleados y subordinados, que se entrenan y juegan en un escenario donde el cielo no es limpio y el enzacatado urge de fumigación.
Alexandre Guimaraes, Ignacio Ambriz o cualquier otro de sus colegas, serán bomberos de paso y lanzarán vasos de agua al incendio. El fuego no se extinguirá, hasta que pase una tromba de tractores que destruyan todos los cimientos de una organización que tocó fondo.
¡Señores!. Hay que empezar de cero.
Claro, en esa dirigencia acomodada y placentera que no se baja del avión, no hay un solo Róger Arias, el presidente del INS que renunció a su cargo, aceptando que se equivocó y dio un pésimo ejemplo al vacunarse como si fuese un bombero.
¡Este sí es un funcionario responsable! ¿Lo imitará algún federativo? Mirála.