PREOCUPADOS
El tipo de cambio del dólar por debajo de ¢500 en la ventanilla de los bancos mantiene preocupado al sector productivo y a los expertos en economía, quienes señalan una pérdida de competitividad y empleos por la apreciación del colón. Lo ideal es que exista un punto de equilibrio.
La disminución del valor del dólar afecta principalmente a las personas o empresas que reciben dólares del exterior, particularmente al sector turismo y exportador. Esta situación impacta de forma negativa sus ingresos, al ser convertidos en moneda local. Adicionalmente, la moneda extranjera pierde poder adquisitivo en el mercado local, por lo que puede considerarse que para un extranjero, Costa Rica es hoy un destino más caro de lo que era hace 6 o 12 meses, lo que nos pone en desventaja respecto a otros destinos de la región similares.
Desde el año anterior, hemos evidenciado los fuertes impactos económicos que el desequilibrado comportamiento del tipo de cambio ha tenido sobre nuestros empresarios, afectando con ello no solamente la estabilidad financiera de las empresas, sino también la capacidad de preservar empleos. Estas afectaciones han pesado no solamente sobre el sector turístico, sino también sobre otros muchos sectores económicos que se han manifestado al respecto.
El país se termina encareciendo porque las empresas que tienen ingresos en dólares, a la hora de convertir esos ingresos a colones, se les reduce sus ganancias en un 24% a diciembre anterior y un 27% para este momento, gracias a la apreciación del colón en el último año y medio, mientras que sus gastos de salarios, impuestos y materias primas mantienen sus niveles. De esta manera, los flujos de caja y la liquidez de las empresas exportadoras, turísticas y de zonas francas se empiezan a encoger y con ello el empleo.
Cuando un tipo de cambio está hacia la baja, significa que el país empieza a tener una moneda muy fuerte, por lo que los inversionistas y turistas tienen que invertir más dólares en el país para pagar sus productos y servicios en Costa Rica. Por ello, se dice que cuando hay una apreciación acelerada el país pierde competitividad y en nuestro caso, que somos una economía que depende altamente de la inversión extranjera directa, de las exportaciones y de las zonas francas, es posible una ralentización. El inversionista empieza a preocuparse muchísimo, puesto que empieza a darse cuenta que sus costos operativos, más que todo en salarios y otros son más altos y sus ingresos en dólares más reducidos.