La Teja

Queremos mú-sica

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El título de esta columna se refiere a un episodio de Plaza Sésamo en el que unos hermanos muy malotes pedían en el bar del pueblo “mú”… y les daban “mú”, pero luego decían “sica” y nadie entendía si “no les había gustado nuestro mú”.

Esto pasaba hasta que los hermanos articularo­n bien y dijeron “Queremos música” y se armó la fiesta. Todo lo que es o existe está hecho de energía, incluyendo a los humanos. La energía vibra y la música son vibracione­s, por eso la música nos llega, nos habla directo. Días atrás vi la presentaci­ón de tesis de una alumna de diseño interior, esta joven buscó en el alma su amor por la música, entrevistó a músicos y a arquitecto­s y creó algo así como un Centro Nacional de Música.

Es un lugar en donde el músico que tiene una idea puede ir, alquilar un instrument­o, componer el tema con su esqueleto, carne, piel, corazón y demás. Luego, ahí mismo, grabarlo, producirlo, arreglarlo, mezclarlo y remasteriz­arlo, y, para terminar, interpreta­rlo. Esta muchacha plasmó su sueño en imágenes y llegó, incluso, al punto de encontrar dos lotes en barrio Aranjuez para que este lugar se construya. Los músicos nacionales pueden dejar de ser regañados por estar “toque y toque esa guitarrita” en el cuarto de la casa. Podrán ensayar en otro lugar que noseael garaje deuncompa, podrán grabar en un estudio que no seacaseroy y podrán darunconci­erto en un lugar adecuado, sin empaparse, sin sufrir insolación. La Música es, según dijo esta joven, una expresión artística de primera línea. Lo que le falta es que alguien sueñe junto con Sofía y le diga: “Estimada profesiona­l, pongamos la primera piedra”. Les invito a escribirme a pimienta@racsa.co.cr

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