La Teja

Cerro alivia el dolor

- MARCELO POLTRONIER­I marcelo.poltronier­i@lateja.co.cr

Desde el cerro La Potenciana la vista es impresiona­nte. Es un pico ubicado en San Luis de Turrubares, un lugar que queda 75 kilómetros al suroeste del centro de San José. Al llegar allí, el paisaje paraliza al que sea. Es lindísimo. Se puede disfrutar la hermosura de la diversidad del parque nacional Carara y devarias playas de lacosta delPacífic­o central como Jacó, Esterillos o Hermosa. Es un paraíso en el que los familiares de Luis Cantillano, Juan Diego Marenco y Guillermo Picado recargan energías cada año. Los tres amigos falleciero­n en un avionetazo el viernes 27 de mayo del 2005 en ese cerro, también llamado Turrubares y que tiene una altura de 1.530 metros. Después de ocurrida la desgracia, cada año lamayoría de los dolientes realizan una expedición para rendirles homenaje a sus seres queridos y aliviar un poco el dolor que les dejó el accidente. “Le encontramo­s el gusto a ese lugar después de ir tantas veces porque ya no íbamos pensando en que ahí murió mi hermano, sino que era un trayecto para hablar de otras cosas. La vida de uno sigue, uno va a seguir te-- niendo momentos difíciles y ese es un espacio para ir a bajarle las revolucion­es al día, a la semana, al mes y hacerlo una vez al año lo balancea a uno y le da paz”, explicó Adrián Cantillano, hermano de Luis, una de las víctimas. Al igual que a él a Rafael Villegas, un gran amigo de Picado, le pasa lo mismo, pero él tiene una explicació­n para esas sensacione­s. “Yo tuve la experienci­a de ver el fallecimie­nto de la esposa de un compañero de trabajo en un accidente de tránsito y la escena fue muy trágica, llena de sangre, en cambio este lugar es distinto, lo llena a uno de paz, inclusive yo le digo a Memito que él no pudo escoger un mejor lugar para morir, porque la vista en ese lugar es increíble”, comentó Villegas.

Homenajes. Parte de lo que hace especial ese lugar para los familiares es que, lejos de olvidarlo y odiarlo como muchos lo harían, ellos lo aceptaron y lo hicieron parte de sus vidas.

Por ejemplo, en lo más alto del imponente cerro colocaron una placa con el nombre de las tres víctimas, una cruz de unos dos metros de alto hecha de hierro y enterraron un fragmento de una de las alas de la avioneta.

Es tanto lo que les ayuda ir ahí a algunos de ellos que ya lo hicieron una costumbre que suma 11 años, los mismos que tiene el accidente de haber ocurrido.

“El sábado o domingo que están cerca de la fecha nos ponemos de acuerdo y hacemos una caminata al lugar. Nos sentamos a ver el paisaje, que es maravillos­o, después hacemos una oración que sirve para que desahoguem­os muchas cosas, es un momento muy bonito y espiritual”, añadió Villegas.

La tragedia. Luis Cantillano era un piloto que se dedicaba a hacer viajes estilo taxi aéreo para la empresa Aero Tours.

El día de la tragedia, él pensaba ayudarle a una prima suya a pasarse de casa, pero el destino tenía otros planes.

En horas de la mañana, más tarde de lo normal, recibió una llamada para que hiciera un viaje en el que debía recoger a una mujer extranjera a Quepos e irla a dejar a otro lugar.

Él le dijo al copiloto Juan Diego Marenco y al director de móviles de aquel entonces de Teletica, Guillermo Picado, que lo acompañara­n y ellos accedieron porque los tres eran muy amigos.

Sin embargo, a eso de las 12:20 p. m., la avioneta pegó contra la cumbre del cerro y los tres falleciero­n de golpe.

Según los datos oficiales de Aviación Civil, el mal tiempo y una posible desorienta­ción del piloto contribuye­ron con la desgracia.

Los cuerpos los hallaron la madrugada del 28 de mayo del 2005, un día después del avionetazo.

Misterio. Según una de los funcionari­os de Aviación Civil que ayudó en la emergencia, la ruta utilizada por el piloto es la acostumbra­da para dirigirse a Quepos (ver mapa), pero aseguró que la altitud falló por

13 horas tardaron en hallar los cuerpos.

completo.

“No era una ruta peligrosa, pero la avioneta sí estaba volando más bajo de lo que debía. Es muy probable que eso se haya dado porque el piloto se confió”, destacó el investigad­or pensionado, que prefirió que no reveláramo­s su identidad.

Por otra parte, una de las teorías que se manejó días después del estrellona­zo fue que quizás Picado iba piloteando la nave sin tener la experienci­a necesaria, ya que su profesión era otra.

“Eso es algo que solo ellos lo podrán saber porque hay accidentes en los que los cuerpos quedan en los asientos y así uno puede tener una idea de quién iba piloteando, pero en el caso de ese accidente los cuerpos quedaron expuestos porque la máquina se destrozó por completo”, agregó el funcionari­o.

“Eso fue algo que escuchamos, pero con las condicione­s del tiempo que había era ilógico que Memo piloteara porque él no tenía el conocimien­to y porque conociendo a mi hermano eso no era posible”, expresó Cantillano.

Para los familiares, lo que causó la tragedia ya no importa, pues nada les va a devolver a sus seres amados, ni mucho menos la paz que recuperan al visitar el hermoso cerro La Potenciana.

Ese contraste de emociones es inexplicab­le,, pero lo llena a uno de paz”. RAFAEL VILLEGAS AMIGO

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CORTESÍA En la fotografia se ven dos de los tres homenajes a las víctimas.
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CORTESÍA La placa tuvo que ser reconstrui­da el año pasado porque unos vandalos la destruyero­n.
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