La unión hace la fuerza
VIUDO SACÓ ADELANTE A TRES HIJOS
y el compromiso por salir adelante es lo que ha mantenido unida a una familia que enfrentó un crimen en el que nunca hubo justicia.
El asesinato de María Alexandra Hernández, de 44 años y madre de tres hijos, conmovió al país en mayo del 2011.
La noche del jueves 5 de mayo María Alexandra regresaba a su casa después de cumplir una jornada laboral en la fábrica La Chiclera S. A., en Zapote.
Ella vivía en Lomas de Ayarco, en Sánchez de Curridabat, y para llegar a la casa debía agarrar el bus del barrio La Lía o alguno de la ruta a Cartago.
Aquella noche tomó uno de Cartago y se bajó en la pista Florencio del Castillo, en la entrada que lleva a la Universidad Santa Paula. Antes de bajar se despidió de una compañera de trabajo que iba en el bus y comenzó a caminar; sin embargo, nunca llegó a la casa.
César Láscarez, el esposo de María Alexandra, se desesperó al ver que no llegaba y la buscó. Incluso denunció la desaparición ante unos policías que patrullaban la zona. Los oficiales le ayudaron a buscar, pero sin éxito.
A la mañana del día siguiente, viernes, César volvió a rastrear la zona y a un kilómetro de la casa, en un lote baldío a un costado de la Universidad, encontró a su esposa sin vida. A pesar de la terrible impresión agarró fuerzas y de inmediato avisó a la Policía.
El OIJ informó entonces que había sido estrangulada. Tenía la ropa puesta y las demás pertenencias, solo le faltaba un zapato.
Los hijos de la pareja tenían 16, 9 y 7 años. César tuvo que llenarse de coraje y de fortaleza para sacar adelante a su familia. Cuenta que al principio lo acusaron de ser el sospechoso de la muerte de su esposa y por culpa de ese hecho perdió algunas amistades.
El OIJ finalmente afirmó que Láscarez era inocente.
Y como si esto fuera poco, hace dos años, cuando la hija menor estaba en sexto grado de la escuela y se preparaba para la graduación Quiero que ellas (las hijas) aprendan a defenderse”.
del curso escolar DARE, el Patronato Nacional de la Infancia se llevó a las niñas porque una denuncia acusaba al papá de abuso sexual.
“Mi hijo me llamó y tuve que correr por ellas, mi hija no pudo graduarse de ese curso. Nos hicieron exámenes y dijeron que era ino-
Dice César que sus tres hijos y él han aprendido a ser fuertes.
Cinco años han pasado desde la amarga experiencia que todavía los golpea. El hijo mayor de la pareja tiene actualmente 21 años y ya concluyó la secundaria.
“Mi hijo está una misión de la iglesia a la que asistimos. En marzo pasado se fue para México a predicar, regresa en marzo del 2018. Él sueña con estudiar periodismo o Educación Física”, dijo.
Las hijasmenores tienen 13 y 15 años, ambas cursan el sétimo grado y estudian taekwondo.
“Quiero que ellas aprendan a defenderse”, menciona César.
A Láscarez le duele que el OIJ no haya podido dar con los asesinos.
“En nuestro país los únicos que tienen la justicia pronta y cumplida son los millonarios, los políticos o los familiares de los agentes del OIJ.
“El año en que mataron a mi esposa también mataron a un agente del OIJ en Alajuelita. Ese día el director judicial (del OIJ) dijo que siete unidades investigaban el caso. Con mi esposa no fue así, los mismos agentes me decían que no lo querían por ser un caso difícil”, afirma César con mucho dolor.
Mediante un correo eletrónica, el OIJ informó: “se agotaron todas la diligencias necesarias, no se logró imputar a ninguna persona como responsable”.
La Fiscalía señaló lo mismo: “el caso se encuentra en archivo fiscal desde el 3 de julio del 2012 en virtud de que no se logró determinar quién o quiénes cometieron el hecho delictivo”.